El último análisis de los dientes de los famosos leones “devoradores de hombres” de Tsavo, realizado por científicos de Estados Unidos y Kenia, ha revelado interesantes datos sobre su comportamiento y dieta. La investigación se enfoca en muestras de ADN mitocondrial extraídas de restos de cabello incrustados en los dientes de los leones, sugiriendo que los depredadores eran hermanos y detallando sus hábitos alimenticios. Mediante técnicas de secuenciación genética, los investigadores confirmaron que los leones se alimentaron de una variedad de animales locales, incluyendo jirafas, oryx y cebras, además de humanos. Esta información sustenta la leyenda de los leones mancomunándose para cazar humanos, debido a la escasez de presas tradicionales como los búfalos, exterminados por la rinderpest.
A través de un examen minucioso de los fragmentos de cabello, se identificaron huellas genéticas de especies como el ñu, a pesar de que sus hábitats naturales estaban a muchas millas del sitio de los ataques. Este hallazgo sugiere que los leones podrían haber cazado en áreas próximas donde estas manadas eran más comunes, según se deduce de los relatos del teniente coronel John Henry Patterson. Sin embargo, resultó notable la ausencia de ADN de búfalo en los registros, una omisión que insinúa alteraciones en los ecosistemas que empujaron a los leones a buscar otras fuentes de alimento.
Los hallazgos confirman que estos leones habían adoptado un patrón alimenticio inusual, probablemente forzado no solo por la falta de búfalos, sino por problemas dentales que les imposibilitaban capturar presas más grandes. Este descubrimiento aporta valiosas perspectivas para entender el comportamiento atípico que algunas veces manifiestan los depredadores salvajes.
El estudio también acentuó la importancia de prácticas científicas éticas, absteniéndose de profundizar en la identificación de víctimas humanas para evitar tensiones con las comunidades locales. Al recrear estas historias con datos objetivos, la ciencia ofrece una plataforma para entender mejor la interacción históricamente trágica entre hombres y naturaleza.