La crisis ambiental en Bosnia, y en especial en la ciudad de Zenica, es el legado de una industria pesada en coalición con plantas de energía obsoletas y mal gestionadas. Un informe reciente destaca el impacto severo de la planta de acero de ArcelorMittal, considerada como el epicentro de la contaminación local. Residuos industriales se procesan de manera inadecuada, y la actividad de la planta se intensifica durante la noche, dificultando la monitorización adecuada, lo que provoca que los niveles de contaminantes sean cinco veces superiores a lo permitido por organismos internacionales.
En el corazón de la ciudad, los residentes sufren problemas de salud crónicos. En el vecindario de Tetovo, el índice de cáncer es alarmante: dentro de un radio de 300 metros, la mayoría de las viviendas registra al menos un caso. La situación se repite en la localidad de Bukinje, cerca de Tuzla, donde los efectos dañinos de las plantas térmicas son evidentes.
El Banovići, una de las minas de carbón más grandes de los Balcanes, sigue empleando a miles de trabajadores, produciendo alrededor de 1.5 millones de toneladas anualmente. Sin embargo, este legado de prosperidad está teñido de esmog y carencias sanitarias. Agricultores locales describen un creciente rechazo de sus productos agrícolas debido a la contaminación del agua y del suelo.
No solo Zenica, sino toda la región de los Balcanes, está enfrentando un desafío ambiental que se duplica con la falta de regulaciones estrictas y adecuadas. Además, como expone el Centar za Ekologiju i Energiju, el problema del lago Jezero Dva, que no está debidamente sellado, permite que los residuos tóxicos se filtren al agua subterránea.
La comunidad propia, encabezada por grupos como Eko Forum, lucha legalmente contra ArcelorMittal, instando al cumplimiento de las normas ambientales y a la transparencia en los acuerdos industriales. Figuras esperanzadas como Samir Lemeš y Edita continúan en la arena legal y social persiguiendo un cambio estructural en las industrias claves.
En una sorprendente combinación de legado industrial y desafío ambiental, Bosnia se aferra a la esperanza de que una eventual membresía en la Unión Europea pueda catalizar un cambio positivo, mejorando la gestión de los residuos industriales y, en última instancia, transformando la pesada herencia de la era del carbón en un futuro más limpio y sano para las generaciones venideras.