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viernes 20 de de 2024

Descubren Bacterias en Cerebros de Peces: Nuevos Horizontes Científicos

Recientes estudios han desvelado un hallazgo que cambia la comprensión tradicional sobre el cerebro de los peces, especialmente aquellos de la familia de los salmones. En particular, el cerebro de peces como la trucha arcoíris, el salmón Chinook y la trucha Gila aloja comunidades microbianas activas, una situación que se consideraba anteriormente anómala. A diferencia de otros animales donde la presencia de bacterias en el cerebro se asocia con enfermedades, estos peces parecen llevar una vida saludable, a pesar de albergar dichos microorganismos.

Investigadores han descubierto que, al menos en el caso de las truchas arcoíris criadas en laboratorio, más de la mitad de las bacterias presentes en sus cerebros provienen de su sangre y sistema digestivo. El hecho sugiere que estos microbios pueden atravesar la barrera hematoencefálica, un bastión de defensa que se creía infranqueable.

A diferencia de la mayoría de las especies animales, donde la entrada de bacterias en el cerebro podría sugerir una enfermedad degenerativa como el Alzheimer, estas bacterias cerebrales no parecen ser dañinas para los peces. De hecho, podrían jugar un papel importante en cómo los peces migratorios perciben las señales microbianas del entorno. Según Irene Salinas, inmunóloga evolutiva de la Universidad de Nuevo México, esta actividad bacteriana podría ayudar a los peces a orientarse en los ríos.

Para confirmar su existencia, los investigadores llevaron a cabo detallados análisis genéticos de las muestras de cerebro de trucha. Los resultados mostraron que, aunque los niveles de bacterias en el cerebro son sólo una fracción de los observados en sus intestinos, están presentes en cantidades comparables a las del bazo.

Los estudios también identificaron variaciones en las comunidades bacterianas entre especies de peces salvajes y los criados en laboratorio, lo que sugiere que distintas fuentes de bacterias pueden estar presentes según el ambiente. Se aislaron un total de 54 cepas de estos peces de laboratorio, evidenciando que el microbioma tiene una presencia vibrante y activa.

Genéticamente, estos estudios revelaron adaptaciones microbianas a la vida en el cerebro, incluyendo estructuras que podrían favorecer su paso a través de la barrera hematoencefálica. Sin embargo, aún no está claro si estas comunidades bacterianas permanecen a largo plazo o si se renuevan constantemente desde otros órganos.

A pesar de los beneficios potenciales, la presencia microbiana no siempre es benigna. En el caso de los salmones adultas de la especie Chinook, se ha observado que sus cerebros tienen acumulación de beta-amiloide, una proteína relacionada con el Alzheimer, junto con un mayor número de bacterias en comparación a los juveniles.

Estos descubrimientos abren la incógnita sobre si la presencia de bacterias en el cerebro es exclusiva de los peces o si también se da en otros vertebrados. Con la diversidad de peces existentes, el futuro podría desvelar bacterias cerebrales únicas en especies marinas profundas o tiburones, que pueden ofrecer adaptaciones extraordinarias.