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lunes 21 de de 2024

Desvelados los secretos del cortejo del riflebird de Victoria: un espectáculo biológico

La apasionante danza del cortejo de los riflebirds de Victoria ha dejado perplejos a científicos y aficionados de la ornitología durante años. Estos pájaros del paraíso, nativos de Australia y Nueva Guinea, han llevado el arte del galanteo a una expresión extrema. Gracias a sus inusuales huesos de la muñeca, los machos consiguen extender sus alas en un fenómeno visual, formando un oscuro arco de plumas. Este espectáculo hipnótico no solo capta la atención de sus pares femeninos sino también de la comunidad científica.

Recientemente, un equipo de investigadores dirigido por el zoólogo Thomas MacGillavry, de la Universidad de Medicina Veterinaria en Viena, ha resuelto uno de los misterios más intrigantes sobre estos pájaros: ¿cómo crean esos fuertes sonidos percusivos durante su exhibición de cortejo? Durante años se pensó que los machos aleteaban sus alas para producir el característico ruido, pero la investigación actual revela que, en realidad, el sonido se genera cuando el pico del ave golpea meticulosamente su abanico de plumas.

El descubrimiento, publicado en el ‘Journal of the Linnean Society’, se logró gracias a nuevas filmaciones en las que se puede observar al riflebird de Victoria en plena acción. Es asombroso cómo una simple oscilación de su cabeza, acompañada de una rápida apertura y cierre de su pico, puede alterar la forma y percepción sonora del acto. Así, mientras muestra su deslumbrante garganta amarilla, raspa el pico sobre el abanico de plumas desplegado, originando el característico “thwackity-thwack” que acompaña al baile.

La biomecánica detrás de este despliegue también ha dejado boquiabiertos a los investigadores. Contrario a lo que aparenta ser un trabajo de los codos, estos están fijos bajo el tejido. Es la muñeca la que realiza un esfuerzo extraordinario. Los estudios hechos con especímenes mostraron que la muñeca de un riflebird de Victoria puede flexionarse hasta 237,1 grados, superando cualquier registro conocido en otras aves.

MacGillavry compara esta habilidad con las capacidades de un fisicoculturista flexionando sus músculos, un paralelismo ingenioso que da cuenta de la complejidad de estos movimientos. Las conclusiones de este estudio aportan, sin duda, una nueva perspectiva a cómo determinadas especies de aves han desarrollado habilidades únicas para el cortejo y exhibición.

Este hallazgo no solo resalta la impresionante adaptación evolutiva de los riflebirds, sino que también ilumina la importancia de seguir explorando los complejos comportamientos de cortejo en las aves. Estos estudios no solo amplían el conocimiento científico sino que, al entender mejor estas fascinantes criaturas, podemos apreciar aún más la biodiversidad que adorna nuestro planeta.

Este descubrimiento subraya la necesidad de seguir apoyando la investigación científica que contribuye a nuestra comprensión del mundo natural y sus maravillas ocultas.