Un reciente estudio publicado en el International Journal of Epidemiology ha revelado una inquietante disparidad en la salud de adultos en edad media entre el Reino Unido y los Estados Unidos. Investigadores recopilaron datos de más de 20,000 individuos, provenientes de cohortes nacidas en 1970 en el Reino Unido y entre 1976 y 1983 en EE.UU. En este análisis, se centraron principalmente en factores como la obesidad, la presión arterial alta y el colesterol elevado.
Los resultados fueron sorprendentes: los adultos estadounidenses en sus 30 y 40 años registraron peores cifras en estas áreas de salud en comparación con sus contrapartes británicos. La hipertensión afectó al 30.4% de los estadounidenses evaluados, mientras que solo un 19.3% la sufrió en el Reino Unido. Del mismo modo, la prevalencia de obesidad fue más común en EE.UU., llegando a afectar al 40.4% de la población estudiada, frente al 34.5% en el Reino Unido.
Uno de los factores señalados como posible culpable de esta diferencia es el sistema de salud financiado por el estado del Reino Unido, que podría estar proporcionando una ventaja significativa a sus ciudadanos. Sin embargo, los investigadores recalcan que el Reino Unido no está exento de problemas de salud, puesto que reportaron una percepción de salud autocalificada como pobre más alta y un porcentaje de fumadores superior comparado con Estados Unidos.
Epidemiólogos sugieren que las diferencias en ejercicio, dieta, pobreza y el acceso limitado a la atención médica gratuita podrían estar incentivando estos resultados negativos en EE.UU. La disparidad socioeconómica en la salud es más pronunciada en EE.UU., donde, desafortunadamente, las diferencias entre ricos y pobres son más evidentes y tienen un impacto más fuerte en el bienestar general de la población.
Este estudio también sugiere iniciativas beneficiosas para ambas naciones, como fomentar el ejercicio regular, una dieta balanceada y el sueño adecuado. Además, la investigación advierte sobre las crecientes tasas de obesidad y tabaquismo en el Reino Unido.
En conclusión, aunque el estudio pone de manifiesto la mejor condición cardiovascular de los británicos de mediana edad, no deja lugar para la autocomplacencia. Los hallazgos subrayan la necesidad urgente de un enfoque en la prevención y en los determinantes sociales de la salud para mejorar la calidad de vida en ambas naciones.