El próximo mes de octubre, dos cometas, procedentes de la enigmática Nube de Oort, harán su aparición en el cielo terrestre, ofreciendo un espectáculo asombroso para los observadores del cosmos. El primero de estos visitantes celestiales, el cometa Tsuchinshan-ATLAS, conocido oficialmente como C/2023 A3, será más visible tras su acercamiento máximo a la Tierra el 12 de octubre, proyectándose en el cielo occidental luego del ocaso. A medida que se aventure por el firmamento, se irá elevando y perdiendo brillo paulatinamente.
Por otro lado, el recién descubierto cometa C/2024 S1, conocido también por el nombre de ATLAS, hará su presencia visible en la última semana de octubre. El 24 de ese mes alcanzará su proximidad máxima a nuestro planeta, pudiendo ser observado justo antes del amanecer hacia el horizonte este. Sin embargo, existe la posibilidad de que este cuerpo celeste se desintegre parcialmente al entrar en interacción con el incandescente Sol, pasando a una distancia de apenas 1.6 millones de kilómetros de nuestra estrella.
Estos cometas emergen de la misteriosa Nube de Oort, una esfera gigantesca que rodea el sistema solar y aloja mil millones de cuerpos helados. Este vasto reservorio especulativo se extiende hasta casi la mitad del camino hacia Proxima Centauri, nuestro vecino estelar. Debido a su lejanía, los objetos de esta nube cambian fácilmente sus trayectorias bajo influencias gravitacionales, sorprendiendo a los astrónomos con sus visitas inesperadas.
Jan Oort, el astrónomo holandés que primero conceptualizó la existencia de esta nube en 1950, calculó que muchas de estas cometas poseen órbitas que se extienden hasta 10,000 unidades astronómicas del Sol, lo que equivale a más de 90 mil millones de kilómetros.
Estas cometas, particularmente las de larga duración como Tsuchinshan-ATLAS, representan tanto una fascinante ventana al pasado del sistema solar, como una amenaza potencial para nuestro planeta. Aunque las probabilidades de un impacto son bajas, su imprevisibilidad y velocidad, dado que viajan a decenas de miles de millas por hora, representan un desafío significativo para la seguridad terrestre.
Las recientes innovaciones tecnológicas, como el próximo lanzamiento del Comet Interceptor de la Agencia Espacial Europea en 2029, buscan monitorear de cerca estos intrusos celestiales. Hasta la fecha, cerca de 4,500 cometas similares han sido descubiertos, y nuevas investigaciones apuntan a duplicar esa cantidad con los telescopios avanzados que están por entrar en operación.
Los cometas Tsuchinshan-ATLAS y C/2024 S1 no representan un riesgo para la humanidad en esta ocasión, pasando a distancias cósmicas de 44 y 80 millones de millas de la Tierra, respectivamente. Sin embargo, su presencia sirve como un recordatorio claro de la majestuosa danza cósmica que ocurre más allá de nuestro campo de visión directo, y de la constante necesidad de vigilancia ante tales viajeros del pasado estelar del universo.