Científicos de la Universidad de Buenos Aires han descubierto un fascinante fenómeno en el mundo de las aves: muchos pájaros practican sus cantos mientras duermen. Gracias a la investigación liderada por el físico Gabriel B. Mindlin, el equipo ha demostrado que las aves, como los pinzones cebra, no sólo experimentan sueños al dormir, sino que podrían estar ensayando para su próximo concierto matutino.
El estudio se centró en dos tipos de pájaros: los pinzones cebra, conocidos por su capacidad para aprender nuevas canciones, y los grandes benteveos, que tienen un repertorio más limitado. Estos últimos mostraron patrones de actividad muscular similares a un “suceso onírico”, aunque su canto de ensueño pareciera más un “ritual territorial” que una dulce melodía. Al capturar estos fenómenos a través de electrodos implantados, los investigadores lograron traducir dichos movimientos en sonidos audibles, descubriendo una particularidad agresiva en los “sueños” de los benteveos.
Ana Amador, coautora del estudio y colega de Mindlin, ya había observado cómo los movimientos sincronizados de labios en algunas aves durante el sueño podrían ser reminiscencias de una orquesta adormilada. Un paso notable de este reciente estudio fue la implementación de un modelo matemático que permitió transformar los datos sensorios de los grandes benteveos en sonidos reales, revelando notas insistentes y fuertes, opuestas al suave latido de los pinzones durmientes.
Según Daniel Margoliash, un renombrado neurocientífico de la Universidad de Chicago, estos hallazgos concuerdan con observaciones pasadas de las regiones cerebrales de las aves dedicadas al aprendizaje del canto. Sin embargo, advierte contra clasificar estas actividades de sueño automáticamente como “sueños”. Considera crucial estudiar más a fondo los estados de sueño, en particular el REM, para entender correctamente este fenómeno en las aves.
Margoliash fomenta la cautela en las conclusiones, sugiriendo que quizás haya diferencias importantes entre las secuencias de activación durante los distintos estados de sueño, un ámbito aún por explorar a fondo.
En resumen, mientras la ciencia del sueño en las aves está todavía en sus fases iniciales, estos primeros atisbos sugieren que lo que ocurre en la mente de un ave dormida es más similar a una intrincada coreografía de aprendizaje que a simples imágenes fugaces de sus horas de vigilia.