El envejecimiento del cabello suele presentar un cambio en su color hacia un tono gris o blanco debido a múltiples factores, siendo el genético uno de los más predominantes. Este proceso comienza con mayor frecuencia entre los 20 y los 50 años, y avanza con rapidez entre los 50 y 60 años. Tanto en hombres como en mujeres, el inicio suele producirse en distintas partes del cuero cabelludo, como las sienes, las patillas o la línea del cabello. Aunque para muchas personas, ese cambio de color es inevitable, la ciencia está buscando respuestas más profundas sobre el fenómeno.
Uno de los elementos clave en la coloración del cabello son los folículos pilosos, que albergan células madre formadoras de queratina y melanina. El tipo y la cantidad de melanina presentes, ya sea eumelanina o feomelanina, determina el color del cabello. A medida que envejecemos, estas células madre se vuelven menos activas y producen menos melanina, resultando en el clásico encanecimiento.
El estrés, sorprendentemente, también juega un papel destacado en el cambio de color del cabello. Bajo situaciones de estrés, el cuerpo activa un estado de estrés oxidativo que daña los folículos pilosos, especialmente a las células productoras de melanina. Este estrés puede tener origen psicológico, emocional o externo, como la exposición a contaminantes o radiación UV.
Existen varias creencias populares sobre el encanecimiento que han sido objeto de escrutinio científico. Aquí algunas de ellas: arrancar una cana no provoca la aparición de más cabellos grises en su lugar; aunque el cabello no puede volverse gris de la noche a la mañana, el estrés agudo sí puede acelerar el proceso de encanecimiento que se refleja a medida que el cabello sigue creciendo.
Curiosamente, los individuos con cabello pelirrojo también experimentan una pérdida de melanina, pero la descomposición es diferente a la de las personas con cabello negro o marrón. La producción continua de la feomelanina mantiene el color por más tiempo aunque finalmente el cabello rojo también adquiere tonos más claros con la edad.
Mientras que los factores genéticos juegan un papel importante en determinar cuándo comenzamos a ver ese giro hacia lo gris, hay hábitos saludables que podrían retrasarlo. Una dieta rica en nutrientes como la vitamina B12, cobre, hierro, calcio y zinc puede ayudar a mantener la producción de melanina, mientras que reducir el estrés, evitar el tabaco y el exceso de exposición solar son formas efectivas de mantener el cabello con su color original un poco más de tiempo.