Desde el momento del nacimiento, los bebés experimentan una avalancha de información sensorial que deben aprender a clasificar, siendo las caras humanas una de las señales visuales más relevantes durante el primer mes. Un reciente estudio dirigido por Arnaud Leleu de la Universidad de Burgundy investigó cómo diferentes sentidos, como la vista y el olfato, ayudan en este proceso de reconocimiento facial. Se descubrió que la percepción facial de los bebés mejora si el olor corporal de la madre acompaña la imagen visual, aunque esta influencia se va reduciendo a medida que mejora la vista del bebé.
El estudio, publicado en la revista Child Development, se basó en observar la actividad cerebral de 50 bebés de entre cuatro y doce meses mediante electroencefalografía, mientras veían imágenes a una velocidad de seis por segundo. Cada sexto fotograma era un rostro humano, y se esperaba que si los bebés prestaban especial atención, se registraría un pico de actividad cerebral específico conocido como respuesta selectiva facial.
Además, a los bebés se les dieron camisetas limpias y camisetas con el olor de sus madres. Se observó que las respuestas a caras aumentaron en fuerza y complejidad con la edad, pero el aroma materno potenció las respuestas en los bebés más jóvenes. Este fenómeno sugiere que los bebés al principio dependen más del olor de la madre porque su habilidad para reconocer caras solo a través de la vista aún está en desarrollo.
Estos hallazgos subrayan la importancia de la estimulación multisensorial en el aprendizaje temprano de los infantes. Según Leleu, “debemos utilizar todos los sentidos para ayudar a los bebés a aprender”, ya que es fundamental para el desarrollo de conceptos, lenguaje y memoria. Tessa Dekker, especialista en desarrollo visual del University College London, también comenta que aunque los bebês combinan sus sentidos, el olfato aún no estaba claramente comprendido en este contexto, dado que no se asocia a eventos específicos porque funciona de manera más lenta.
Como perspectiva interesante, Leleu está investigando hasta qué punto el olfato afecta la percepción, incluso en adultos. Sugiere que, cuando una tarea de reconocimiento es lo suficientemente compleja, los adultos también recurren al olfato para identificar rostros u otros objetos, evidenciado por ejemplos con imágenes de coches y olor a gasolina.
Todas estas revelaciones abren nuevos caminos para entender cómo los humanos comenzamos a construir una comprensión del mundo exterior desde el nacimiento, utilizando todos los recursos sensoriales disponibles para construir conceptos fundamentales en la vida cotidiana.