La habilidad de detectar olores peligrosos podría transformar nuestras expectativas sobre los sistemas inmunológicos. Un equipo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley, ha descubierto que el simple olor a bacterias amenazantes tiene el poder de activar las alarmas del sistema inmune en el nematodo Caenorhabditis elegans (C. elegans), una criatura microscópica habitualmente estudiada por los científicos.
El fundamento de la investigación revela que al percibir el olor de bacterias potencialmente letales como Pseudomonas aeruginosa, que desprende el metabolito acetilpropionil, se inicia un proceso de defensa en el intestino del gusano. Antes de consumir el alimento, las mitocondrias, que son las encargadas de producir energía en las células intestinales y contienen hierro necesario para las bacterias invasoras, son destruidas preventivamente. Este curioso método ayuda a cortar de raíz una posible infección antes de que se establezca.
El estudio destaca la importancia de las neuronas olfativas en C. elegans y cómo estas pueden discernir olores de metabolitos volátiles liberados por bacterias tóxicas. Al activarse con estos olores, las neuronas estimulan una respuesta de estrés mitocondrial detectada con un tinte fluorescente en las células intestinales del gusano.
Curiosamente, con una neurodetección sin olor presente, las neuronas olfativas están en modo de ‘vigilancia’ constante, pero se silencian al detectar un olor. En los análisis experimentales, al silenciar estas neuronas olfativas, las células del nematodo mantuvieron un estado de respuesta inmunitaria preemptiva incluso sin un olor presente, sugiriendo un mecanismo altamente adaptativo y evolutivo para la supervivencia.
Este descubrimiento podría tener implicaciones más amplias si se comprueba que animales con sistemas nerviosos olfativos más complejos poseen reacciones similares. A medida que se desarrolla aún más este campo de estudio, los investigadores como Andrew Dillin consideran que, si se verifica que los humanos también pueden percibir olores de patógenos, ello podría allanar el camino hacia el desarrollo de productos innovadores como perfumes protectores contra patógenos.
En conclusión, el poder del olfato como primera línea de defensa inmunitaria es una posibilidad prometedora que avanza a todo vapor. Este estudio pionero abre un mundo de posibilidades para comprender funciones sensoriales innatas y su impacto en la salud y la evolución.