La progresiva reducción del Gran Lago Salado, una consecuencia directa del cambio climático, la sequía y el consumo excesivo de agua, está despertando preocupaciones significativas en relación a la calidad del aire y sus efectos en la salud. Con más de 1,900 kilómetros cuadrados de lecho expuesto, el polvo que sopla ahora contiene niveles elevados de metales reactivos tales como manganeso, cobre, hierro y plomo. Sorprendentemente, las concentraciones de litio y arsénico superan los niveles de referencia de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
En un estudio reciente, científicos, liderados por el ingeniero químico Kerry Kelly, se han enfocado en entender mejor la composición del polvo del lago, recogiendo muestras y analizándolas para filtrar partículas inhalables. Una de las grandes revelaciones de este análisis es la potencia oxidativa de este polvo. Esto indica que es más probable que genere especies reactivas de oxígeno, compuestos que pueden dañar las células vivas al desencadenar procesos inflamatorios. Así, surge la preocupación de que estas partículas puedan causar enfermedades respiratorias, entre otras dolencias.
Mientras algunos expertos advierten contra sacar conclusiones apresuradas sin evidencias directas de daños a la salud, el llamamiento es claro: existe una necesidad imperiosa de más estudios que correlacionen la exposición a este polvo altamente reactivo con resultados específicos de salud pública.
El camino hacia una solución se perfila en dos frentes. Por un lado, se necesita más agua para detener el retroceso del lago. Por otro, Utah ya cuenta con fondos disponibles para equipar la región y medir hasta qué punto el polvo afecta a las ciudades cercanas.
En conclusión, mientras el polvo del Gran Lago Salado continúa levantando polvo, académicos y autoridades deben intensificar su colaboración para vocear la importancia de abordar este problema de salud pública potencialmente grave. Garantizar la disponibilidad de agua en el lago no solo puede ser la clave para proteger un ecosistema valioso, sino también para salvaguardar la salud de las comunidades vecinas.