Un caso médico único ha captado la atención de la comunidad científica. Se trata del “headspin hole”, una condición exclusivamente observada en breakdancers. Esto se refiere a una masa en forma de cono que aparece en la parte superior del cuero cabelludo después de repetidos giros de cabeza, a menudo acompañada de pérdida de cabello e inflamación. Este fenómeno afecta aproximadamente al 30% de los breakdancers.
La explicación detrás del “headspin hole” radica en la respuesta protectora del cuerpo. La epicraneal aponeurosis, un tejido conectivo similar a un tendón, se engrosa, al igual que la capa de grasa bajo la piel, para proteger los huesos del cráneo del daño. Este proceso es similar a la formación de callos en las manos o pies debido a la fricción.
Sin embargo, los “headspin holes” no son las únicas lesiones comunes entre estos bailarines. Problemas en las muñecas, rodillas, caderas, tobillos y codos son habituales. Movimientos como el “windmill” y el “backspin” pueden causar bursitis, una inflamación de los sacos llenos de líquido que protegen las vértebras.
No obstante, estas no son las peores lesiones producto de esta exigente disciplina. Un desafortunado breakdancer incluso se rompió el cuello, aunque afortunadamente sin consecuencias mayores. Otros, como la ucraniana Anna Ponomarenko, han sufrido nervios pinzados que provocaron parálisis temporal, aunque logró recuperarse y representó a su país en los Juegos Olímpicos de París 2024.
El uso de equipo de protección ha probado ser eficaz para la reducción de lesiones entre los breakdancers. Pero no son los únicos en desarrollar cabezas cónicas. Muchos recién nacidos presentan formas de cabeza peculiar tras el parto, muchas veces como resultado del uso de ventosas o debido a condiciones como la craneosinostosis, donde los platos óseos del cráneo se fusionan prematuramente.
En la mayoría de los casos, estas condiciones se resuelven naturalmente en bebés, aunque a veces se requiere intervención quirúrgica para prevenir restricciones en el crecimiento cerebral si se identifica una forma anormal antes de los seis meses de edad.