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martes 24 de de 2024

Evolución del Sentido del Gusto en Peces de Cueva Ciegos

En las oscuras cavernas del este de México, un peculiar fenómeno biológico tiene lugar. Los peces tetra ciegos de las cuevas desarrollan papilas gustativas en ubicaciones insólitas, como sobre sus cabezas y bajo sus barbillas, e incluso algunos brotes surgen en sus espaldas. Este notable desarrollo coincide con el cambio en la dieta de los peces, que pasan de consumir larvas de crustáceos a alimentarse principalmente de guano de murciélago. Esta adaptación sensorial podría ayudarles a detectar las escasas fuentes de alimento en un entorno completamente oscuro.

La evolución de papilas gustativas en diversas partes del cuerpo no es exclusiva de estos peces cavernícolas. Existen otros ejemplos en el reino animal, como los peces damisela que presentan papilas en sus aletas, o los bagres de canal que las tienen a lo largo de sus cuerpos medios. Sin embargo, estos no son los únicos seres vivos con habilidades gustativas ‘deslocalizadas’. En el cuerpo humano, varias células tienen la capacidad de detectar sabores, aunque no conecten estas percepciones directamente con el cerebro.

Las llamadas células en penacho, identificadas en el revestimiento de los tejidos mucosos humanos, están equipadas con receptores gustativos que ayudan al sistema inmunitario a identificar amenazas exteriores como bacterias u hongos. A través de la activación de estos receptores, las células pueden detectar lactonas, compuestos químicos asociados a sabores amargos liberados por bacterias potencialmente dañinas. Además, alérgenos ambientales como los ácaros y ciertas especies de moho también pueden activar estos receptores celulares.

Los receptores del sabor cumplen roles cruciales dentro del cuerpo humano, más allá de simplemente identificar nutrientes o detectores de amenaza. Por ejemplo, receptores para sabores dulces en el páncreas ajustan la producción de insulina, y en el intestino, receptores dulces, amargos y umami regulan la digestión. Si bien aún se desconoce qué receptores gustativos están implicados en este impresionante fenómeno observado en los peces de cueva, los hallazgos sugieren que estos peces desarrollan sus receptores sensoriales para adaptarse específicamente a las características del guano del que se alimentan.

En definitiva, la evolución de las papilas gustativas emergentes y su funcionalidad subraya la impresionante capacidad de adaptación de la vida tanto en los entornos más inhóspitos como en los organismos más complejos. Estos descubrimientos no solo nos maravillan sino que nos invitan a reevaluar las funciones sensoriales y adaptativas que otros organismos podrían desarrollar en el futuro.