La matemática no solo es consagrada por sus soluciones prácticas, sino también por su belleza intrínseca. Kyne Santos, comunicadora de matemáticas y drag queen, junto con el matemático Tom Crawford, nos invitan a explorar este fascinante mundo a través de una serie de episodios. Tom, quien no solo se deleita en las alturas de Kilimanjaro sino que además tiende a transformar paisajes en conceptos matemáticos, destaca cómo las matemáticas se entrelazan en nuestro entorno cotidiano.

Crawford no está solo en su misión. Si bien su posición como matemático en la Universidad de Oxford le permite visionar la naturaleza desde un punto de vista numérico, lo que realmente quieren Santos y su equipo de expertos es que el público encuentre en las matemáticas no solo respuestas, sino belleza.

Un ejemplo clásico de esta belleza se desprende del trabajo de Eratóstenes, quien hace más de 2,000 años logró calcular la circunferencia de la Tierra usando únicamente una sombra proyectada en el suelo de Alejandría y una simple regla de geometría. Con la distancia entre Alejandría y Syene medida en 790 kilómetros, Eratóstenes dedujo la gigantesca cifra de 39,500 kilómetros como resultado. Hoy, sabemos que la cifra ronda los 40,070 kilómetros, una hazaña impresionante lograda con herramientas básicas.

Sin embargo, no todas las aplicaciones matemáticas son inmediatas. Tom Crawford también destila belleza de sus modelos matemáticos utilizados para prever la contaminación oceánica. Estos permiten anticipar con un 80% de precisión hacia dónde se extiende el agua de los ríos, ayudando a planeadores ambientales a manejar mejor el impacto humano en los ecosistemas acuáticos.

Y si nos abocamos a la teoría de la relatividad de Einstein, adquiere una practicidad palpable en el funcionamiento de los GPS, cuyos cálculos ajustan el tiempo gracias a su concepción teórica de que este cambia a velocidades extremas.

La conclusión es clara: aunque las matemáticas puedan parecer crípticas, nos brindan herramientas tanto para resolver problemas prácticos como para admirar la ordenada elegancia del universo.