En un extraordinario proceder médico, un grupo de neurocientíficos y cirujanos en el Hospital Universitario de Bellvitge, afiliado a la Universidad de Barcelona, lograron preservar las habilidades para jugar ajedrez de un paciente mientras extirpaban un tumor cerebral. Esta cirugía de alto riesgo se destacó por su innovador enfoque para evitar dañar partes clave del cerebro relacionadas con las habilidades del juego mental.
El protagonista de esta historia, identificado solo como “AB”, era un desarrollador informático de 45 años con una afición por el ajedrez, alcanzando un rating Elo de 1,950, cercano al nivel experto. Cuando le fue diagnosticado un glioblastoma, AB tenía una solicitud muy particular: quería que su capacidad para jugar ajedrez se mantuviera intacta después de la cirugía.
La tarea recayó sobre los hombros del neurocirujano Andreu Gabarrós, conocido por su dedicación a los pacientes, a tal punto que ha grabado material musical inspirado en aquellos a los que ha tratado. Gabarrós se unió a sus colegas en la universidad para diseñar rápidamente un método que mapeara las áreas cerebrales específicas ligadas al ajedrez en AB, utilizando la resonancia magnética funcional entre otras técnicas avanzadas.
Durante la cirugía, los médicos recurrieron al mapeo eléctrico del cerebro, un procedimiento donde aplican electrodos para identificar funciones cognitivas críticas. Identificaron que la ‘circunvolución supramarginal’ del paciente estaba relacionada con su competencia ajedrecística. Esto significó que el equipo necesitaba evitar esta región para preservar tanto como fuera posible esas habilidades especificas del paciente.
El protocolo cirugíco no fue solo creativo sino también efectivo. En el marco de esta intervención, los neurólogos aseguraron que, al cabo de pocos meses de la operación, AB había recuperado casi totalmente sus capacidades ajedrecísticas, aunque con cierta ralentización en tareas cognitivas complejas.
Aunque este caso refleja el éxito de personalizar técnicas quirúrgicas para preservar habilidades específicas, ha generado discusión en la comunidad médica sobre la viabilidad de adaptar técnicas personalizadas a gran escala. Algunos expertos argumentaron la posibilidad de simplificar estas intervenciones mediante la realización de tareas cognitivas estándar durante la anestesia consciente, en lugar de desarrollar protocolos específicos para cada paciente.
Pese a este debate, el enfoque del equipo de la Universidad de Barcelona establece un precedente en la neurocirugía centrada en la preservación cognitiva, un logro que sus colegas esperan sea el motor para futuras innovaciones quirúrgicas y una nueva corriente en la protección de habilidades individuales. El caso de AB es un testimonio asombroso de cuán lejos puede llegar la ciencia médica para responder a las demandas personales de sus pacientes mientras lidian con condiciones potencialmente devastadoras. Este estudio no solo subraya la importancia de las investigaciones individualizadas, sino también la potencialidad de sus resultados hacia un manejo quirúrgico más respetuoso con la identidad y habilidad cognitiva humana.