La falta de sueño, a menudo pasada por alto, es un problema de salud de gran envergadura que afecta tanto a individuos como a economías. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el sueño es uno de los tres pilares fundamentales de la salud junto con la dieta y el ejercicio. No obstante, muchas personas padecen de insomnio crónico, un problema que implica una dificultad persistente para conciliar el sueño al menos tres noches por semana durante un periodo de tres meses o más, deteriorando las funciones diurnas de quienes lo sufren. Millones de europeos y canadienses se ven afectados por esta condición, la cual se vincula además, con una serie de trastornos serios como enfermedades neurológicas, mentales y cardiovasculares.
El impacto del insomnio crónico va más allá del individuo, repercutiendo en el rendimiento laboral y, por ende, en las economías locales. Las pérdidas económicas atribuibles a la reducción de productividad en Europa y Canadá se estima en aproximadamente 293 mil millones de dólares estadounidenses anuales. Las intervenciones para mitigar estas pérdidas podrían devolver hasta un 1.31% del Producto Interno Bruto en países europeos y un 1.03% en Canadá. Los expertos en salud del sueño, como la Society y un equipo de trabajo internacional, enfatizan la necesidad de incluir el sueño como pilar dentro de las políticas de salud pública para capitalizar los beneficios de una mejor calidad de sueño en toda la población.
Impulsar políticas de salud que prioricen el sueño podría aportar una evolución sustancial a la salud global. Esto podría incluir medidas como la mejora en la identificación y gestión del insomnio crónico, un mayor financiamiento para tratamientos, y la educación pública acerca de la importancia del sueño saludable. La incorporación de medidas enfocadas en la salud del sueño promete no solo mejoras en el bienestar individual sino también un aumento en la productividad económica global y local, sentando las bases para un desarrollo comunitario saludable.
En una conclusión, aunque el insomnio crónico finalmente obtiene más atención como un asunto de salud pública en Europa, queda mucho camino por recorrer cuando se le compara con otras prioridades como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. Es el momento de reconocer el buen sueño como prioridad esencial de salud pública.