La fascinación humana por el miedo controlado no es un fenómeno trivial sino una interesante manifestación de la complejidad de nuestras emociones. Con las luces tenues y sonidos siniestros, los parques temáticos de terror crean una teatralidad que promueve un estado de alerta. Esto activa nuestra respuesta evolutiva de lucha o huida, ayudándonos a experimentar una descarga de adrenalina en un ambiente seguro y bajo control.
Los expertos señalan que este tipo de experiencias moderadas ayudan a practicar la supervivencia en situaciones reales. Sin estar frente a un peligro genuino, las personas disfrutan del subidón emocional que genera el miedo, el cual, una vez que el “peligro” se desvanece, es seguido por una liberación de dopamina que ofrece placer y alivio. Un estudio reveló que tras participar en casas embrujadas intensas, las personas presentaban menos actividad cerebral frente a estímulos convencionales, mostrando así una reducción en la ansiedad post-exposición.
El ámbito social también se ve enriquecido por estas experiencias, pues al enfrentar miedos controlados en compañía, fortalecemos lazos emocionales con quienes compartimos el pavor. Situaciones de temor colectivo, como metáforas teatrales de desastres naturales o sobrevivir a un ataque zombie en pantalla, promueven conexiones interpersonales a través del proceso psicológico conocido como “tend-and-befriend”, principalmente impulsado por la hormona oxitocina.
No solo se trata de gozar una película de terror el fin de semana; este tipo de entretenimiento también permite practicar la capacidad de resiliencia ante adversidades reales. Ejemplo de ello son los aficionados al terror que, durante la pandemia del COVID-19, demostraron ser emocionalmente más preparados y reactivos gracias a su entrenamiento previo con contenidos horroríficos.
El miedo medido no solo es una herramienta de conexión social, sino que también actúa como un ensayo ante el peor de los escenarios posibles. Este tipo de experiencias nos predispone a ser más adaptativos y a vivir cada día con plenitud. Finalmente, enfrentar temores de forma controlada puede ser una manera eficiente de prepararnos para las sorpresas que la vida nos depara, permitiéndonos sobrevivir y prosperar a pesar de las adversidades.