Un estudio reciente ha revelado que los elefantes desarrollan arrugas en sus trompas mucho antes del nacimiento, una característica que juega un papel crítico en su funcionalidad. El estudio llevado a cabo por el ingeniero mecánico Andrew Schulz y sus colegas del Instituto Max Planck para Sistemas Inteligentes en Stuttgart, Alemania, describe cómo estas arrugas comienzan a formarse en el útero, duplicándose cada 20 días durante una etapa temprana de formación rápida de arrugas. A lo largo de la vida, la piel de la trompa se vuelve más arrugada, con los elefantes mayores teniendo más arrugas que los neonatos.
Estas arrugas no son simplemente signos de envejecimiento. Ofrecen protección al “hidrostato muscular” de la trompa, una estructura sin huesos compuesta por aproximadamente 46,000 músculos que puede cambiar fácilmente de forma. El grosor de la piel de la trompa limita su movimiento, pero aún permite suficiente elasticidad para que la trompa pueda agarrar objetos con precisión, desde pelar un plátano hasta levantar un chip de tortilla sin romperlo, utilizando movimientos únicos de succión y presión.
Uno de los descubrimientos más interesantes es cómo la trompa, a pesar de ser una masa de músculo sin hueso, es más elástica en su superficie superior que en la inferior. Este detalle fascina no solo a los biólogos, sino también a los entusiastas de la robótica blanda, quienes ven en estos patrones de movimiento una fuente de inspiración para nuevas tecnologías.
En un aspecto más curioso, los investigadores destacaron que las arrugas y los bigotes de la trompa se desgastan de manera desigual dependiendo de si un elefante tiende a usar más un lado de la trompa que el otro para recoger objetos. Este desgaste proporciona pistas sobre la “trompa dominante” de un elefante, similar a cómo los humanos tienen una mano preferida.
Este estudio no solo aporta una nueva comprensión sobre la biología del elefante, sino que también ofrece posibles aplicaciones en el desarrollo de robots que puedan replicar estos complejos movimientos. Al final, las arrugas de la trompa de un elefante son mucho más que simples marcas de su tiempo.
Con estas revelaciones, los investigadores esperan inspirar a ingenieros y científicos a imitar la adaptación funcional de las trompas de elefante en la próxima generación de diseños robóticos.