En medio de la reciente catástrofe climática en Polonia, el Primer Ministro, Donald Tusk, ha elegido a los castores como chivos expiatorios por las inundaciones históricas que han azotado el país. Las pequeñas criaturas, conocidas por su amor por construir represas, han sido señaladas por Tusk como un factor contribuyente a los desbordamientos de los ríos. Sin embargo, el ecologista alemán y gestor de vida silvestre, Gerhard Schwab, ha señalado que existen métodos más compasivos de lidiar con la situación sin tener que recurrir a la caza indiscriminada de estos animales.
Schwab, conocido coloquialmente como el “Pablo Escobar” de los castores por sus esfuerzos incansables en la reintroducción de esta especie en Europa, argumenta que la solución no está en eliminar a los castores, sino en mejorar las infraestructuras de protección en Polonia. Según indica, una posible medida es la instalación de mallas metálicas sobre los diques combinada con césped, lo que evitaría que los castores perforen la estructura, mientras que la construcción de diques de grava podría ofrecer un método preventivo eficaz.
El conservacionista destaca que Polonia cuenta con una población notable de unos 120,000 castores, cifra significativa en comparación con otros países de Europa Central. Si bien hay regiones donde es necesario restaurar el hábitat de los castores, Schwab indica que en Polonia la población se ha recuperado de manera natural. A lo largo de Bordes europeos, castores han evitado inundaciones en pueblos durante años mediante sus presas naturales.
Adicionalmente, Schwab expone que estos roedores aportan beneficios ambientales, ayudando a retener el agua durante las lluvias intensas, lo que ayuda a mitigar el flujo de los arroyos, una función que, aunque no iguala a las represas y diques construidos por la humanidad, tiene su propio valor. En región bávara, por ejemplo, las presas de castores han contribuido a mantener pueblos a salvo de inundaciones en repetidas ocasiones. En otras áreas de Europa Central, Schwab colabora activamente para restablecer la presencia de castores, usando métodos a veces tan poco convencionales como el “beaver bombing,” que implica reintroducir castores de manera clandestina en sus hábitats nativos.
La controversia generada por esta “guerra contra los castores” es otro ejemplo de cómo se pueden buscar culpables simplistas en medio de desastres naturales, desviando la atención de medidas constructivas y prácticas. Schwab propugna una aproximación sustentable que no solo beneficie la enorme biodiversidad de la región, sino que fomente soluciones que beneficien tanto al entorno natural como a las comunidades humanas. Las aguas del debate sobre el manejo correcto del medio ambiente seguirán fluyendo, pero lo que es claro, es que estos pequeños obreros del bosque seguirán buscando donde dejar su marca.