Solo noticias

y ya

martes 24 de de 2024

La Evolución del Premio Nobel en el Reconocimiento de la Ciencia Moderna

El Nobel, ese prestigioso galardón que simboliza lo máximo en el reconocimiento científico, no siempre es tan simple como parece. Originalmente instituido por Alfred Nobel como un homenaje anual a los que han hecho “los mayores beneficios a la humanidad”, este premio ha evolucionado considerablemente desde sus primeros pasos en 1901, tanto en términos de significado como de regulación.

Los premios no son sólo medallas gloriosas y diplomas; vienen acompañados de una suma monetaria significativa que no siempre se divide equitativamente entre los ganadores. En cada una de las categorías de física, química y fisiología o medicina, hasta tres personas pueden recibir el premio conjuntamente, aunque esto no implica necesariamente que hayan trabajado hombro a hombro. Ejemplos como el de James P. Allison y Tasuku Honjo en 2018, que realizaron investigaciones fundamentales en inmunoterapia contra el cáncer pero en distintos laboratorios, ilustra esta complejidad.

Aunque el testamento de Nobel especificaba que los premios deberían otorgarse por trabajos “del año anterior”, esta prerrogativa ha sido ampliada con el tiempo. De hecho, se observa que desde 1901 hasta 2023, el promedio de tiempo entre la investigación central y el reconocimiento del Nobel es de aproximadamente 20 años. En ocasiones, como en 1902 con Hendrik A. Lorentz y Pieter Zeeman, los premios han reconocido trabajos realizados mucho antes de la ceremonia de premiación.

Curiosamente, aunque el testamento original de Nobel destaca a las personas, el estatuto actualizado centra su reconocimiento en las “obras”. Este cambio refleja la trasformación de la ciencia, que ahora descansa en contribuciones colectivas y multidisciplinarias, a pesar de que el premio intenta honrar a individuos concretos. No obstante, la descripción y recuerdo del Nobel a menudo recalca más el nombre del galardonado y menos el trabajo colaborativo que pudo haber detrás.

En la ceremonia de 2020, por ejemplo, Roger Penrose fue galardonado individualmente por sus investigaciones sobre los agujeros negros, mientras que Andrea Ghez y Reinhard Genzel compartieron el galardón por trabajos realizados en la misma área pero en investigaciones independientes.

Finalmente, esta historia de honores múltiples nos recuerda la importancia del trabajo colectivo en la ciencia moderna. La tentación de reducirlo todo a nombres y figuras individuales puede desdibujar el complejo tapiz de descubrimientos que representa el Nobel. Sin embargo, en una época donde las redes de colaboración se amplifican como nunca antes, las estatuillas doradas siguen levantando sonrisas y rebeldía entre los ganadores desprevenidos en las primeras horas de la mañana.