El creciente problema de la resistencia antimicrobiana (AMR) capturó la atención mundial este jueves en Nueva York, donde líderes y expertos se congregaron en una reunión de alto nivel en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta cumbre, crucial para el futuro de la salud global, buscó reafirmar el compromiso hacia una declaración política destinada a frenar uno de los mayores desafíos médicos de nuestra era.
Entre los dignatarios presentes se encontraba la Comisionada de Salud de Europa, Stella Kyriakides, quien representó a la Unión Europea con un comunicado. Junto a ella, se encontraban figuras de renombre como Sally Davies, Enviada Especial del Reino Unido para la AMR, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, y Emma Walmsley, Directora General de GSK. Sin embargo, las esperanzas puestas en la adopción de un ambicioso documento de compromiso se vieron obstaculizadas. Los borradores iniciales del texto se suavizaron tras intensos debates, evidenciando discrepancias principalmente en torno a la financiación y las obligaciones de las industrias farmacéuticas y agrícolas.
La industria farmacéutica, no obstante, acogió con satisfacción un lenguaje que reconoce su papel en el desarrollo de nuevos medicamentos. La falta de incentivos económicos claros ha llevado a empresas a renunciar a investigar antibióticos innovadores, un argumento reforzado por James Anderson, Presidente de la Alianza de la Industria AMR. Anderson lamentó la retirada de prometedoras moléculas del desarrollo debido a la incongruencia entre costos y beneficios.
El Foro Europeo de Salud en Gastein este miércoles también se convirtió en un escenario clave, revelando la creciente influencia de las grandes industrias en la construcción de políticas de salud. Las advertencias de los ONG de salud subrayaron cómo un enfoque de competitividad y los diálogos regulares propuestos por Ursula von der Leyen facilitan que las corporaciones ejerzan su poder para moldear los marcos regulatorios a su favor.
Una creciente presión se siente también a nivel nacional. Pedro Gullón, Director General de Salud Pública en España, destacó cómo la presión de los lobbies ha impedido el progreso en los objetivos de enfermedades no transmisibles. Hans van Scharen reveló que solo Bayer gasta más de 10 millones de euros en cabildeo en la UE.
Por otra parte, el panel de discusión sobre las enfermedades desatendidas en Gastein señaló la necesidad de introducir incentivos de atracción en el ámbito europeo para impulsar la I+D en tratamientos contra estas dolencias, que afectan gravemente a países de bajos ingresos. Estos incentivos, como los vales de revisión prioritaria, podrían ser la respuesta que Europa necesita para garantizar el futuro de su salud pública.
A medida que las enfermedades desatendidas como el dengue levantan preocupaciones globales, la falta de tratamientos adecuados se hace evidente, detalla Joelle Tanguy. Con la ausencia de un mercado económico viable, el apoyo financiero se ha limitado a la financiación inicial, más conocida como “push funding”, la cual no es suficiente para sostener a largo plazo avances en salud, mencionó Rosa Castro.
Termina la semana con una reflexión: si bien la confianza es la piedra angular para fomentar una mejor ejecución de políticas de salud, según Pamela Rendi-Wagner, la tarea de construirla es un camino arduo. Organizaciones como el ECDC están utilizando herramientas modernas como la IA para combatir noticias falsas y fomentar un entorno de verdad y ciencia.