Un estudio reciente revela que las hormigas negras de jardín (Lasius niger) no se quedan de brazos cruzados ante la amenaza de una infección. Con una notable habilidad para modificar el diseño arquitectónico de sus nidos, estas hormigas demuestran una sorprendente capacidad de adaptación para frenar la propagación de enfermedades. Cuando las colonias fueron expuestas a un patógeno fúngico, sus integrantes procuraron cavar los nidos a una velocidad mayor que sus homólogas saludables, haciendo uso de intrincados túneles cuyo propósito parecía ser la interrupción del recorrido del patógeno.
Los cambios no terminaron ahí. Las hormigas colocaron las entradas de sus nidos con una distancia promedio de 0.62 centímetros más amplia entre sí, lo que permite reducir el riesgo de contagio entre los miembros. Asimismo, las cámaras esenciales para el núcleo de la colonia, que albergan a las reinas, crías y alimentos, fueron estratégicamente desplazadas a áreas menos centrales del nido, mejorando así su protección.
Otra curiosidad observada por los investigadores fue el incremento de tiempo que las hormigas infectadas pasaron en la superficie, un comportamiento interpretado como autoaislamiento, lo que permite proteger el bien común de la colonia.
Utilizando simulaciones y análisis de redes espaciales, el equipo liderado por Nathalie Stroeymeyt del University of Bristol demostró que estas modificaciones no eran simples coincidencias. Los diseños de las colonias expuestas al patógeno mostraron una carga fúngica significativamente menor, comprobando la efectiva resistencia antiepidémica lograda.
Estas estrategias extraordinarias de las hormigas negras de jardín emergen como un ejemplo envidiable de “Inmunidad Arquitectónica”, término acuñado por los científicos para describir su capacidad de adaptación. Al haber desarrollado métodos de defensa grupales ante infecciones, estas hormigas aseguran la integridad de la colonia en una sociedad inseparable. “Su enfoque no es solo eficiente, sino vital para su supervivencia”, afirma Sebastian Stockmaier, un ecólogo especializado en enfermedades conductuales de la Universidad de Tennessee.
Las investigaciones, aún en revisión, abren una nueva perspectiva sobre cómo los animales pueden modificar su entorno en respuesta a amenazas biológicas, un fenómeno que merece ser estudiado en el mundo de los insectos sociales. Cada cambio estructural en un nido es un recordatorio de lo poderosa que puede ser la naturaleza en su lucha contra las enfermedades.