Un nuevo estudio publicado en Nature Aging revela que la esperanza de vida humana puede haber alcanzado su límite superior. A lo largo del siglo XX, diversos avances médicos y medidas de salud pública permitieron que la esperanza de vida aumentara significativamente en los países desarrollados, llegando a su máximo durante las últimas décadas. Sin embargo, este crecimiento siempre ha sido objeto de debate entre científicos, algunos de los cuales predijeron que la vida humana no podría prolongarse indefinidamente.
S. Jay Olshansky, profesor de salud pública en la Universidad de Illinois en Chicago, ha analizado los cambios en la tasa de mortalidad y la expectativa de vida desde 1990 hasta 2019 en los ocho países más longevos del mundo: Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia, Suiza, Suecia y España, así como en EE.UU. y Hong Kong. El estudio señala que en la mayoría de estos países, la mejora en la esperanza de vida ha ralentizado, e incluso disminuido en EE.UU.
Excepciones notables como Corea del Sur y Hong Kong han experimentado incrementos recientes en su esperanza de vida, pero Olshansky sugiere que ello podría deberse a mejoras concentradas en las últimas dos décadas. A pesar de este crecimiento, incluso en Hong Kong los porcentajes de niños nacidos en 2019 que alcanzarían los 100 años de vida son bajos, del 12.8% para niñas y del 4.4% para niños.
Este estudio subraya la realidad que muchos esperaban evitar: el límite natural de la longevidad humana podría estar fijado entre los 85 y 100 años. Olshansky y otros expertos, como el biólogo Jan Vijg del Albert Einstein College of Medicine, apuntan que no hay evidencias actuales para esperar que lo común sea alcanzar los 100 años.
Los resultados y enfoques del estudio están orientando a la comunidad científica a centrar sus esfuerzos en la gerociencia, que busca prolongar el número de años saludables más que la prolongación de la mera longevidad. Nalini Raghavachari del Instituto Nacional de Envejecimiento de los EE.UU., no involucrada en la investigación, considera que estudiar las poblaciones más longevas podría ofrecer claves valiosas sobre el envejecimiento saludable.
En resumen, la evidencia sugiere que la esperanza de vida ha encontrado su techo en muchos de los países más desarrollados, desafiando así las expectativas de un futuro con longevidades extremas. Esto implica que el enfoque debería girar hacia el mantenimiento de una buena salud durante el proceso de envejecimiento en lugar de perseguir una longevidad sin fin.