Un reciente estudio publicado en la revista Nature destaca un inquietante hallazgo sobre el impacto de los huracanes en Estados Unidos. Según las investigaciones lideradas por Rachel Young y Solomon Hsiang, estas tormentas no solo causan destrucción inmediata, sino que continúan teniendo efectos letales durante décadas. La investigación revela que de media, un ciclón tropical en EE. UU. provoca entre 7,000 y 11,000 muertes adicionales, que son aquellas que no podrían esperarse en circunstancias normales.
El estudio advierte que, entre 1950 y 2015, las tormentas tropicales y huracanes causaron entre 3.6 y 5.2 millones de muertes en exceso. Este fenómeno supera incluso las cifras de fallecimientos por tráfico o enfermedades infecciosas. Resulta alarmante que, contrario a lo que se podría pensar, eventos de este tipo afectan más a algunos grupos demográficos, como los jóvenes y las personas de raza negra, quienes sufren desproporcionadamente esta consecuencia silenciosa.
Rachel Young, coautora del estudio, explica que la duradera mortalidad tras los huracanes obedece a una cadena de efectos sociales y económicos. Las poblaciones afectadas en ocasiones se ven desplazadas, obligadas a vivir en viviendas deterioradas o a gastar todos sus ahorros en reconstrucciones, lo que debilita su acceso a salud y bienestar. Además, estas situaciones exacerban problemas mentales, causando un impacto devastador no solo en los individuos, sino también en los gobiernos locales y estatales.
El análisis del estudio muestra que personas mayores de 65 años presentan el mayor número de muertes en exceso, aunque cuando se ajusta por la probabilidad general de muerte en ese grupo etario, los infantes son quienes enfrentan el mayor riesgo durante los primeros dos años después de una tormenta. Esta vulnerabilidad infantil puede deberse a la falta de atención prenatal o al estrés.
Entretanto, las estadísticas de mortalidad no disminuyen con el tiempo, lo que implica que los huracanes siguen siendo tan mortíferos como lo eran hace décadas. Aunque no se han identificado con precisión las causas detrás de estas cifras, los investigadores insisten en la necesidad de continuar explorando este tema para orientar mejor las medidas políticas que protejan a las comunidades frente a las crecientes amenazas climáticas.