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martes 24 de de 2024

Nuevas terapias genéticas ofrecen esperanza a pacientes con anemia falciforme

La revolución genética marca el camino prometedor para pacientes con anemia falciforme

Nathan Wood, un joven de 15 años de Yonkers, sufre de anemia falciforme, una enfermedad hereditaria que deforma los glóbulos rojos, dificultando su movimiento por los vasos sanguíneos y provocando intensas crisis de dolor. Este padecimiento lo excluye de una vida normal y las actividades que desea realizar, como jugar al baloncesto.

Después de más de un siglo desde que la anemia falciforme se describiera en una revista médica, y tras siglos de existencia, terapias revolucionarias están emergiendo como una oportunidad para cambiar la vida de alrededor de 100,000 estadounidenses y millones de personas en todo el mundo afectadas por esta enfermedad.

Recientemente, la FDA aprobó dos tratamientos de edición genética diseñados para corregir la mutación del ADN responsable de la deforme estructura de las células sanguíneas enfermas. En ensayos clínicos, pacientes sometidos a estas terapias reportaron la ausencia de episodios de dolor, señal prometedora de que sus células habrían dejado de falciformarse.

Nathan se encuentra en vías de recibir uno de estos tratamientos, embarcándose en un riguroso año de procedimientos médicos en Nashville. Si tiene éxito, este enfoque gene-terapéutico transformará no solo su vida, sino también la de su familia, aliviándose el peso del constante cuidado y preocupación que su madre, Melissa, ha cargado desde que Nathan nació.

El tratamiento pionero consiste en una serie de pasos minuciosos: se extraen células madre del paciente, se someten a edición genética para corregir la mutación y luego se reimplantan, con la esperanza de generar células sanguíneas sanas. Este proceso es largo y costoso, con precios que llegan a 3,1 millones de dólares, sin contar diversos gastos médicos adicionales.

Detrás de este avance se encuentra el legado científico del estudio de la enfermedad, que ha estado íntimamente ligado a avances biomedicinales significativos a lo largo de los años, pero también a las injusticias raciales que han entorpecido el acceso equitativo al tratamiento.

Históricamente, la anemia falciforme afectó mayormente a personas de ascendencia africana, para quienes la participación en la comunidad médica fue históricamente limitada. Además, el estigma racial contribuyó a la desigualdad en el manejo y reconocimiento de estos pacientes.

Sin embargo, a pesar de estos retos, colectivos y comunidades han luchado incansablemente por el reconocimiento y apoyo para avanzar en las investigaciones y tratamientos del padecimiento.

El camino por recorrer se centra no solo en la mejora continua de las terapias genéticas, sino también en garantizar un acceso equitativo y eficiente, derribando barreras financieras y sociales que aún permanecen. Historiadores y especialistas en salud pública recalcan que este momento refleja una oportunidad dorada para sanar viejas heridas de inequidad médica y proporcionar esperanza renovada a miles de familias afectadas.