Científicos han establecido un serio campo de estudios centrado en la defensa planetaria, un esfuerzo internacional que busca prevenir impactos de asteroides en la Tierra. Gracias a innovaciones como el proyecto DART que en 2022 desvió un pequeño asteroide, hoy nos encontramos a la vanguardia de estas misiones. Las siguientes iniciativas, como el observatorio Vera C. Rubin y la misión NEO Surveyor de la NASA, se preparan para detectar y catalogar objetos cercanos que pasan desapercibidos.

Mientras tanto, investigaciones están en marcha sobre diversos métodos de desvío, como la detonación de dispositivos nucleares cerca de asteroides amenazantes, y Europa lidera con la misión Hera, que documentará los efectos del impacto de DART. En este sentido, Japón y China también muestran interés, proyectando una posible defensa planetaria rudimentaria antes de mediados de siglo.

Aunque los asteroides son la amenaza más común, los cometas presentan su propio peligro al ser casi invisibles hasta que se acercan a nuestro sistema solar. Frente a un impacto inminente, las medidas de defensa se complican sin una adecuada anticipación, así que décadas de aviso son esenciales para poder actuar.

En retrospectiva, el impacto del asteroide que marcó el “Crater of Doom” en Chicxulub y causó extinciones masivas hace millones de años subraya la gravedad del riesgo. Afortunadamente, los expertos consideran improbable cualquier impacto catastrófico a corto plazo. Sin embargo, financiar proyectos que exploren y analicen asteroides aún sin descubrir continúa siendo una prioridad en la comunidad científica.

Mientras se realiza un balance entre misiones de defensa planetaria y ciencia planetaria, surge la plena consciencia de que prevenir un desastre puede ser inminentemente vital para la supervivencia global. Con un compromiso y colaboración internacional, la esperanza es que nunca enfrentemos un escenario apocalíptico con pocas opciones de defensa.