Los icónicos quioscos rojos de Redbox, que alguna vez fueron el punto culminante de la industria del alquiler de videos en Estados Unidos y Canadá, han quedado como un símbolo abrumador del pasado reciente. Tras la quiebra de su empresa matriz, las máquinas quedaron abandonadas sin más propósito que el de acaparar espacio y generar gastos a los minoristas que las tenían en sus establecimientos.
Con más de 24,000 quioscos esparcidos a lo largo del país, conocidas cadenas como Walgreens y Walmart se encuentran lidiando con los gastos inherentes que estas máquinas conllevan. No solo es su peso y envergadura lo que presenta un problema -algunas están incluso ancladas en concreto- sino también el coste energético asociado a mantenerlas operativas. Un informe de Walgreens revela que operar sus 5,400 quioscos supone un gasto mensual total de unos 184.000,00 € lo que se traduce en aproximadamente 35,00 € por cada máquina al mes.
El mercado del coleccionismo ha encontrado un interés insólito en estos quioscos, considerados ahora como piezas de colección de una era dorada de la cultura pop americana. Jacob Helton, un entusiasta de Carolina del Norte de apenas 19 años, ha decidido adoptar una de estas máquinas, asegurando que Redbox desempeñó un papel esencial en la historia de los medios estadounidenses.
Sin embargo, tener una de estas gigantescas estructuras en casa no es tarea fácil. Además de su dificultad para moverlas -un exejecutivo sugiere que el coste de retirarlas supera los 500,00 €-, tienen una capacidad estimada para almacenar 500 DVDs. Esto puede parecer atractivo para los amantes del cine en formato físico, pero el sueño de montar un servicio de alquiler en casa aún presenta desafíos logísticos y económicos.
Hace una década, Redbox disfrutaba de los cielos con casi 2,00 € mil millones de ingresos anuales, con un total de 43,000 quioscos distribuidos entre EE.UU. y Canadá. El colapso financiero de la compañía es un recordatorio mordaz de la evolución de la tecnología y el incesante paso hacia el contenido digital bajo demanda.
La desaparición de Redbox marca un hito en el olvido del alquiler físico de videos, mientras muchas de sus icónicas máquinas permanecen a la espera de encontrar un destino final que no sea el depósito de chatarra.