Rwanda se enfrenta a su primer brote de la enfermedad del virus de Marburgo, una enfermedad letal vinculada con el Ébola, que ha afectado ya a 56 personas, de las cuales 12 han perdido la vida. La lucha es ardua, ya que no se dispone de vacunas ni tratamientos aprobados para esta enfermedad, conocida por su alta tasa de mortalidad.

Para contener la propagación, las autoridades rwandesas, con la ayuda de los CDC de África y otros socios, están realizando pruebas exhaustivas, identificación de contactos y medidas de cuarentena. A pesar de estos esfuerzos, el desafío inicial radica en la similitud de los síntomas del virus de Marburgo con el paludismo, lo que complica el diagnóstico.

Además, el hecho de que el 80% de los infectados sean trabajadores de la salud subraya el riesgo constante al que están expuestos estos profesionales, siendo los más propensos al contagio debido a su contacto directo con pacientes críticos.

Las autoridades han identificado casos en ocho de los 30 distritos del país y actualmente rastrean a unos 400 individuos que han podido estar expuestos al virus. Preocupa la propagación internacional, resaltada por un incidente en el que un estudiante alemán y su pareja, tras viajar a Ruanda y tener contacto con un caso confirmado, dieron finalmente negativo al virus, aliviando momentáneamente las tensiones internacionales.

El gobierno de Ruanda ha tomado otras medidas para evitar la diseminación internacional del virus, incluyendo un aviso de viaje y reforzamiento del monitoreo de salidas. A pesar de la infraestructura sólida para el análisis genómico, las autoridades han priorizado la identificación rápida de casos.

Un avance esperanzador es el próximo ensayo clínico de una vacuna, proporcionado por el Sabin Vaccine Institute, que comenzará tras la recepción de alrededor de 700 dosis, muestra del ímpetu en la búsqueda de una solución frente a esta enfermedad mortal. Sin embargo, la necesidad persistente de herramientas diagnósticas rápidas continúa siendo un desafío significativo para afrontar la crisis.

El brote, aunque bajo control, no está totalmente contenido, pero Ruanda sigue firme en sus objetivos de evitar una mayor propagación comunitaria o internacional de este virus devastador. La comunidad internacional observa de cerca, ya que cualquier avance en el control de esta enfermedad podría redefinir la respuesta mundial a brotes virales similares en el futuro.