Un estudio reciente por investigadores de la Universidad Northwestern ha revelado un asombroso hallazgo: los cepillos de dientes y las cabezas de las duchas están repletos de virus. La investigación pretendía analizar no sólo las bacterias ya conocidas sobre estas superficies, sino también arrojar luz sobre la biodiversidad vírica presente en nuestros hogares.
Erica Hartmann, microbióloga involucrada en el estudio, afirmó su sorpresa al descubrir numerosos virus desconocidos para la ciencia, subrayando una biodiversidad que reside justo debajo de nuestras narices. Con una sensibilidad casi detectivesca, Hartmann y su equipo comenzaron este proyecto a raíz de inquietudes sobre la propagación de patógenos desde los inodoros hacia otras áreas del baño. Sin embargo, su estudio inicial halló que los cepillos de dientes reflejan principalmente las bacterias de nuestras bocas, y no de los baños.
Profundizando en esta línea de investigación, los científicos analizaron los genomas de comunidades microbianas en 96 cabezales de ducha y 34 cepillos de dientes. Sorprendentemente, encontraron una diversidad de bacteriófagos —virus que infectan a las bacterias— muy distinta entre las duchas y los cepillos, lo que subraya la variabilidad de viromes en diferentes entornos húmedos del hogar.
La multiplicidad de virus detectados en los cepillos de dientes sugiere una interacción más estrecha con las bacterias de la boca, mientras que los virus en las duchas podrían ser debidos a patógenos presentes en el agua de la ciudad. Aunque la mayoría de estas interacciones microbianas son inofensivas, algunos podrían ser potencialmente peligrosos para la salud humana al proliferar excesivamente.
El estudio, publicado en ‘Frontiers in Microbiomes’, advierte que la continua exposición a estas criaturas microscópicas levanta interrogantes sobre su papel en la resistencia a los antimicrobianos en ambientes domésticos. No obstante, Hartmann señala que no es momento de alarmarse. La mayoría de los microbios no dañan la salud y la obsesión por desinfectar podría resultar en una resistencia aún mayor.
Estas investigaciones, aunque iniciales, abren la puerta a un mayor entendimiento de la interacción entre microorganismos en nuestros hogares, subrayando la necesidad de más estudios para evaluar los posibles riesgos para la salud y el desarrollo de resistencias antimicrobianas.