Michel Barnier, primer ministro de Francia, se prepara para su primer discurso ante los legisladores, un momento crucial que desvelará sus planes para el nuevo gobierno de coalición. En medio de un halo de misterio, se anticipa que Barnier aborde problemas apremiantes como la deuda nacional de Francia. Tras años de creciente gasto público para sostener la economía durante la pandemia, el déficit presupuestario podría situarse por encima del 6% del PIB este año, lo que preocupa particularmente a Bruselas, dado el problema continuo con las reglas fiscales de la Unión Europea. Barnier tiene pocos días para presentar una propuesta presupuestaria para 2025 que debe incluir una trayectoria de reducción de deuda creíble ante la Comisión Europea.
Además de los recortes de gastos, el gobierno está considerando un aumento en las tasas impositivas para las grandes corporaciones y la introducción de un nuevo impuesto sobre la recompra de acciones, lo que ha generado tensiones con el presidente Emmanuel Macron, quien reduce impuestos empresariales desde su mandato en 2017. Los aliados de Macron han amenazado con retirar su apoyo si se llevan a cabo estos aumentos, subrayando las delicadas dinámicas políticas que Barnier debe navegar.
La migración ilegal también será un tema destacado en su discurso, reflejando la postura conservadora de Barnier. A pesar de su familiaridad con Bruselas por su papel como negociador del Brexit, sus posiciones conservadoras en migración lo empujan a proponer un enfoque más duro. Su nuevo ministro del Interior ha prometido mano dura contra la migración ilegal, una movida que parece estar políticamente alineada con el apoyo tácito que necesita del partido de extrema derecha Resistencia Nacional de Marine Le Pen.
Además, el discurso mostrará el papel que Barnier planea desempeñar en los asuntos europeos, lo que podría marcar una desviación de sus predecesores que se centraron casi exclusivamente en asuntos domésticos. Barnier, con su experiencia como comisario europeo, podría implicarse más directamente en los temas que Macron manejó en el pasado.
Finalmente, aunque Barnier no solicitará un voto de confianza posterior a su discurso, tendrá que afrontar una moción de censura que ha sido propuesta por el grupo de izquierda Frente Popular Nuevo. Esta moción enfrentará las realidades políticas de su gobierno, que depende del apoyo implícito de partidos rivales y aliadas incómodas dentro del parlamento.
En resumen, el discurso de Barnier no solo presentará su visión para Francia, sino también será un ensayo de resistencia política para su recién formado gobierno de coalición. Además de las consideraciones económicas y de migración, definirá cuán ágilmente puede negociar el delicado balance de poder dentro de su país y la Unión Europea.