En un clima de tensión política y social, el Primer Ministro de Bélgica, Alexander De Croo, sostuvo una reunión con el Papa Francisco este viernes, en la que instó a la Iglesia Católica a tomar medidas más contundentes frente a los abusos sexuales cometidos por clérigos contra menores. Durante la reunión celebrada en el Castillo de Laeken, De Croo subrayó la importancia de ir más allá de las palabras y tomar “pasos concretos” para enmendar décadas de atrocidades.
El contexto del encuentro no pudo ser más sensible, ya que el viaje del Papa a Bélgica está marcado por protestas y críticas. De hecho, varios importantes políticos flamencos decidieron boicotear la reunión con el pontífice, al considerar insuficientes las acciones de la Iglesia en la gestión de estos escándalos.
El Primer Ministro adoptó un tono directo en su discurso, resaltando que las víctimas deben ocupar un lugar central en el proceso. “Tienen derecho a la verdad, y a que se reconozcan los errores. La justicia debe ser servida,” manifestó, enfatizando que estas acciones son cruciales para restablecer la confianza quebrantada.
La visita del Papa a Bélgica se tornó más compleja debido a estos temas candentes, que han llegado incluso a ensombrecer su propósito principal. No es la primera vez que la Iglesia se enfrenta a críticas por su manejo de los abusos, pero la presión política también agrega una capa adicional a los desafíos que la institución debe afrontar.
En medio de este ambiente agitado, las expectativas se centran ahora en cómo responderá el Vaticano a las demandas de más transparencia y acciones concretas; un desafío que no solo afecta a la institución religiosa, sino también a los miles de fieles que buscan una iglesia renovada y justa.