En un giro de tensiones regionales, Estados Unidos ha decidido respaldar discretamente a Israel en su intención de aumentar la presión militar sobre Hezbollah. Esta decisión ocurre pese a las llamadas públicas de la administración Biden de moderar los ataques y favorecer la diplomacia, según altos funcionarios de ambos países. Según se ha informado, Amos Hochstein y Brett McGurk, asesores clave del presidente estadounidense sobre asuntos de Oriente Medio, comunicaron recientemente a las autoridades israelíes su apoyo a la estrategia de Netanyahu de centrar la campaña militar al norte.
Dentro de la administración estadounidense las aguas no estaban tranquilas. Mientras algunos altos funcionarios en la Casa Blanca respaldaban este enfoque, otros, desde el Pentágono y el Departamento de Estado, planteaban preocupaciones sobre la posible implicación indirecta de fuerzas estadounidense en un nuevo conflicto en Medio Oriente, liderado por la milicia apoyada por Irán.
El grupo Hezbollah comenzó a lanzar ataques con cohetes desde el Líbano hacia Israel el 7 de octubre, lo cual derivó en un desplazamiento masivo de civiles tanto israelíes como libaneses. En este contexto, Israel ha destruido las principales estructuras de comando de Hezbollah en el Líbano, un golpe tremendo a la organización y a su respaldo iraní. Sin embargo, Estados Unidos advierte que un conflicto mayor podría surgir si no se opta por negociaciones diplomáticas efectivas.
El Secretario de Estado, Antony Blinken, ha reiterado su anhelo de un acuerdo diplomático, a pesar de la satisfacción expresada por la eliminación del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, durante recientes incursiones israelíes. Blinken junto a otros funcionarios ha promovido una tregua de 21 días, una propuesta apoyada por Francia, aunque los progresos han sido escasos.
Por ahora, Israel continúa sus operaciones dirigidas contra posiciones dentro del Líbano, generando fricción con diplomáticos estadounidenses que abogan por una intervención más cautelosa. Mientras tanto, en las altas esferas de la política estadounidense, se sigue analizando la situación de cerca, ponderando tanto la necesidad de apoyar a un aliado cercano contra una organización terrorista como el peligro de un conflicto regional más amplio.