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domingo 20 de de 2024

El Pulso Democrático de los Estados Unidos Bajo Amenaza

Sujeta a los vaivenes del escenario político actual, la democracia en los Estados Unidos podría estar enfrentando una encrucijada, según diversas mediciones científicas. Son numerosos los desafíos que se presentan para este sistema político, cada uno con sus propios vetos y maniobras vigilantes.

Según las mediciones de Varieties of Democracy (V-Dem), un sistema que rastrea la calidad de la democracia a nivel global, los Estados Unidos han experimentado una leve caída en su índice de democracia liberal en la última década. De un pico de 0.85 en 2015, la puntuación bajó a 0.77 en 2023, nivelándola con países como el Reino Unido y Canadá, que registraron índices cercanos. Esta disminución está vinculada con percepciones de violencia en torno a las elecciones y la incapacidad de los partidos de oposición para ejercer una supervisión efectiva del partido en el poder.

Los científicos políticos coinciden en señalar varios momentos críticos que han contribuido a estas fluctuaciones. El intento de subvertir el proceso electoral durante los eventos del 6 de enero de 2021, donde se buscó interrumpir la certificación de las elecciones de 2020, sigue siendo uno de los casos más alarmantes de erosión democrática. Esto plantea no solo un desafío a la legitimidad electoral, sino a la esencia misma de los valores democráticos en Estados Unidos.

El V-Dem proyecta que más de un 70% de la población mundial vivía en regímenes autocráticos en 2023, un incremento considerable comparado al 50% en 2003. A este fenómeno se suma el hecho de que 42 países estaban en proceso de “autocratización” en 2023, en comparación con solo 11 en 2003, pintando una imagen global de retroceso democrático.

No obstante, esta visión no es compartida por todos. Investigadores como Andrew Little y Anne Meng delatan un sesgo mediático en los diagnósticos más catastrofistas y aseguran que no existen evidencias claras de una tendencia global hacia el declive democrático.

A pesar de estos nubarrones, las instituciones estadounidenses aún muestran señales de robustez. El Congreso, un campo de batalla de la política partidista, junto a un flujo constante de participación ciudadana, sigue siendo un bastión contra la erosión democrática. Sin embargo, la lucha contra el creciente poder ejecutivo, resaltada por personajes como Franklin Roosevelt y Richard Nixon en el pasado, continúa siendo un foco de preocupación.

El desafío de mantener una democracia vibrante se enfrenta al espectro de cuestiones históricas no resueltas, incluidos los conflictos por pertenencia y desigualdad económica que han asediado al país. Además, las fuerzas de polarización intensifican la emoción del momento político, evidenciada por la reciente “insurrección” de enero.

Al finales de cuentas, con los desafíos autocráticos endureciendo su garra sobre el globo, los electores estadounidenses tienen un papel crucial en mantener vivas las llamas de la democracia. La resiliencia reside en el cuestionamiento, en la vigilancia constante y en una activa participación cívica —las herramientas fundamentales para restaurar y proteger este sistema vital.