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jueves 10 de de 2024

Europa se replantea su dependencia del gas ruso

El inminente fin del contrato de suministro de gas ruso a través de Ucrania marca un punto de inflexión para Europa y, en particular, para países como Austria, Eslovaquia y Hungría. Históricamente dependientes del gas ruso por sus ventajas de costo, estas naciones enfrentan la urgencia de buscar alternativas dado que el acuerdo expira a finales de este año.

Desde la invasión de Rusia a Ucrania en 2022, Europa ha avanzado significativamente para reducir su dependencia del gas ruso. Se construyeron infraestructuras en las zonas costeras para acomodar gas natural licuado (GNL) procedente de países como Estados Unidos, permitiendo así una disminución del gas importado desde Rusia de un 40% en 2021 a un modesto 8% en 2023.

Pese a dichos avances, las regiones de Europa Central y del Este aún dependen en gran medida de las importaciones de gas ruso a través del oleoducto de Ucrania, que, aunque representa sólo el 5% del total del gas importado por EU, es crucial para estos países que no cuentan con fácil acceso a alternativas de GNL.

Austria, por ejemplo, aún consume un 98% de gas ruso, en su mayoría canalizado por Ucrania, mientras Eslovaquia y Hungría también afrontan desafíos similares, dependiendo del suministro a través de esta ruta clave.

Con la finalización del contrato, estos países han comenzado a explorar acuerdos alternativos con naciones cercanas como Turquía, alternativamente, Hungría procura extender sus vínculos energéticos con Serbia, aunque estos tratos se vislumbran costosos dada la mayor cotización del GNL comparado con el gas canalizado desde Rusia.

A medida que el panorama de la oferta de gas evoluciona, la Agencia Internacional de Energía alerta sobre la incertidumbre que el cierre de la ruta ucraniana podría acarrear para Europa, especialmente en plena temporada invernal.

Simultáneamente, se mantienen conversaciones entre Ucrania y Azerbaiyán para asumir el rol que Moscú dejaría vacante en el transporte de gas por el territorio ucraniano. Sin embargo, las limitaciones de producción de gas en Azerbaiyán y la posible resistencia rusa a estas rutas logísticas limitan el impacto de esta solución potencial.

La posible desestabilización del suministro podría traducirse en un aumento de los precios del gas, situación que Rusia podría capitalizar. A pesar de los esfuerzos por diversificar las fuentes de energía, el reto para Austria, Eslovaquia y Hungría radica en mitigar al máximo los impactos económicos, garantizando así un suministro seguro y costo-efectivo.

La reconfiguración del mapa energético europeo simboliza un enfoque multidimensional que, si bien es desafiante para algunas naciones, representa un paso necesario hacia un futuro menos dependiente de las fuentes energéticas rusas.