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jueves 3 de de 2024

Huelga portuaria revela la pugna entre estibadores y navieras extranjeras

En Estados Unidos, el choque entre trabajadores del puerto y conglomerados de navieras extranjeras ha captado la atención de líderes políticos de ambos bandos. La vicepresidenta Kamala Harris y el ex presidente Donald Trump se unieron en su defensa abierta a los trabajadores estadounidenses, apuntando a las empresas navieras europeas y asiáticas que dominan el comercio marítimo. Los estibadores en huelga, amparados por una Casa Blanca amistosa con los sindicatos y un Trump deseoso de ganar votantes sindicales, ven esto como una victoria política temprana.

Los estibadores sostienen que su huelga es justa y necesaria para negociar salarios más altos frente a las multinacionales que han visto aumentar sus beneficios récord sin redistribuirlos justamente entre los trabajadores. Harris destacó que estas compañías han reportado ganancias históricas y compensaciones crecientes para sus ejecutivos, mientras que Biden criticó actividades de aumento de precios que benefician a transportistas marítimos extranjeros.

La industria del transporte marítimo, una parte crucial de la economía estadounidense controlada en gran medida por empresas extranjeras desde la década de 1980, está en el ojo del huracán. Empresas como Maersk y ONE ocupan posiciones destacadas, aunque se destacan también consorcios chinos como COSCO, objeto de críticas por su influencia en los puertos estadounidenses. Con escasos barcos de carga bajo bandera estadounidense, el país depende de estas empresas para mantener sus conexiones con los mercados mundiales.

Un debate creciente en torno a la autoría extranjera resurge. Durante las negociaciones contractuales, el líder del sindicato de estibadores, Harold Daggett, advierte sobre el peligro de la automatización, utilizada por algunos, como Maersk, que ya ha implementado terminales completamente automatizadas en Rotterdam.

El alerta se encendió en 2017 cuando una investigación federal, posteriormente archivada, se abrió contra las navieras más grandes del mundo por presunta fijación de precios. Más recientemente, sindicatos han presionado para que el gobierno estadounidense examine las prácticas de las navieras extranjeras, particularmente chinas, sugiriendo tarifas portuarias sobre buques de manufactura china para revitalizar la negligida industria naviera estadounidense.

En conclusión, el conflicto en los puertos está sirviendo como catalizador para cuestiones de patriotismo económico y autosuficiencia nacional. Mientras el país debate el papel del mercado global frente a la autonomía nacional, la huelga pone de relieve las complejidades de un sector dominado por intereses foráneos, siendo el epicentro de una discusión política que desafía las líneas partidistas tradicionales.