En un nuevo capítulo que promete ser tan dinámico como polémico, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos se encuentra nuevamente en el ojo del huracán. Mientras el país se dirige hacia las elecciones presidenciales de 2024, la corte está preparada para desempeñar un papel crucial en la contienda política, despejando el camino para que las disputas legales electorales potencialmente determinen al próximo ocupante de la Casa Blanca.
Uno de los posibles eventos críticos es la intervención de la corte en los casos relacionados con las leyes electorales estatales. Un fallo de 2022, Moore vs. Harper, abrió la puerta para que los jueces federales revisen las decisiones de los tribunales estatales sobre cuestiones electorales. Esto significa que, si los jueces de Carolina del Norte, por ejemplo, son considerados por haber excedido sus competencias, la Suprema Corte podría intervenir. Actualmente, casos que cuestionan las listas de votantes y los procedimientos de voto por correo en Carolina del Norte están avanzando dentro del sistema legal state, lo que les convierte en posibles catalizadores dentro de este proceso dinámico.
Este preámbulo a una saga electoral también se complica por la reciente modificación del Acta de Conteo Electoral de 1887, un esfuerzo por evitar los problemas vividos en los polémicos eventos del 6 de enero de 2021. La nueva modificación introduce una fecha límite obligatoria para la certificación de electores, pero ingeniosamente omite qué procede si un estado se salta dicha fecha. Los ojos están puestos sobre el estado de Georgia, que podría ver cómo sus electores no son certificados según los plazos estatales, lo que abriría la puerta a una disputa judicial sobre su inclusión en la cuenta final del Colegio Electoral.
El espectro de Donald Trump añade otra capa de complejidad. Ciertos sectores demócratas podrían intentar usar las leyes federales y estatales para recordar al electorado el impasse del 6 de enero de 2021. Si se logra una objeción durante la sesión conjunta del Congreso, donde se certifican los resultados del Colegio Electoral, los justices de la corte podrían verse empujados a decidir si Trump, como presunto insurrecto, podría retornar a la presidencia.
La realpolitik que rodea la Suprema Corte destaca su función como árbitro último en temas de importancia nacional, un papel no del todo esperado por los padres fundadores. Jueces que abogan por mantenerse por encima de la refriega política ahora podrían encontrarse en medio de esta batalla electoral, alzando un dedo definitivo sobre quién finalmente prestará juramento.
En un clima tan tenso y expectante como este, lo que está indubitablemente en juego no son solo las decisiones individuales sobre las disposiciones constitucionales, sino la integridad misma del proceso democrático y la confianza pública. La corte está ante un precipicio, una oportunidad de reafirmar su autoridad y la ecuanimidad con la que pesará en los futuros eventos.