El legado de la emigración irlandesa a los Estados Unidos se personificó durante la visita del presidente Joe Biden a Irlanda en abril de 2023. Se esperaba que esta visita fortaleciera los lazos transatlánticos entre EE.UU. e Irlanda, sin embargo, el enfoque se inclinó más hacia celebraciones familiares, resonando con un sentimentalismo asociado a sus ancestros.
Irlanda, a lo largo de los años, ha construido una economía dependiente de las multinacionales estadounidenses. Con más del 60% de sus ingresos fiscales provenientes de estas corporaciones, el país ha comenzado a perder su autonomía como miembro de la Unión Europea. En 2022, los impuestos corporativos representaron el 27% de los ingresos fiscales de Irlanda, muy por encima del 6.5% que representa para el gobierno estadounidense.
La presencia de grandes firmas tecnológicas y farmacéuticas ha contribuido a este fenómeno. Al punto que diez corporaciones representan más del 50% de los impuestos corporativos del país, generando empleo para más de 375,000 personas de forma directa e indirecta. Esta concentración de capital incluso desfigura los datos de crecimiento del eurozona, lo que lleva al país a depender de otros indicadores económicos.
La política exterior de Irlanda refleja una dualidad, beneficiándose de sus lazos estrechos con los EE.UU. y, al mismo tiempo, deteriorando sus relaciones con sus pares europeos. Su posición como paraíso fiscal ha despertado desconfianza en Europa, dificultando su integración y representación en instituciones continentales clave.
A pesar de su anglicismo y el hecho de no ser miembro del área Schengen, Irlanda ofrece facilidades como la pre-inspección de inmigración estadounidense, reflejando su continuo alineamiento con EE.UU. Ello contradice su necesidad de fortalecer su influencia y responsabilidad en materia europea, forzando la reflexión sobre la sostenibilidad de su economía y política exterior.
Para asegurar su futuro, Irlanda debe reformular sus lazos internacionales, disminuyendo su dependencia económica en los Estados Unidos y reafirmándose como un actor comprometido dentro de la UE. Priorizar el gasto en defensa y cautelarse de vínculos estratégicos con China son algunos de los pasos necesarios para corregir su curso. Con el legado de la emigración como trasfondo, la realidad exige decisiones firmes para construir un camino más equitativo y sostenible.
En conclusión, el renovado enfoque debe estar en la construcción de un futuro donde Irlanda se equilibre entre sus lazos históricos y sus compromisos contemporáneos. Esto implica una diplomacia más activa y un aprovechamiento responsable de sus recursos para evitar la complacencia que podría afectar tanto su rol en Europa como sus lazos con América.