En el panorama político de Polonia, Donald Tusk, líder de la Plataforma Cívica y exprimer ministro, ha endurecido las reglas para los solicitantes de asilo, una medida que parece dirigida a amortiguar el impacto de los partidos de extrema derecha antes de las elecciones presidenciales del próximo año. En 2021, Tusk regresó a la política polaca y tomó una línea más dura en temas de migración que muchos en su partido, incitando a que Polonia dejara de reconocer las solicitudes de asilo político. Esta estrategia busca neutralizar un problema que tradicionalmente ha sido explotado por la derecha radical.
Las cifras de migración no parecen alarmantes a primera vista: Polonia, con casi 37 millones de habitantes, ha registrado alrededor de 26,000 intentos de cruzar ilegalmente la frontera desde Bielorrusia este año. Estas travesías son fomentadas por el dictador bielorruso Alexander Lukashenko, aliado de Vladimir Putin, para desafiar a la Unión Europea. Alemania ha respondido con controles fronterizos temporales, devolviendo miles de migrantes a Polonia, intensificando el peso de la situación.
Tusk se enfrenta a la presión de asegurar que el actual presidente, Andrzej Duda, aliado del partido de derecha Ley y Justicia (PiS), sea reemplazado por un mandatario más afín, allanando el camino para promulgar legislación estancada. La popularidad de Rafał Trzaskowski, alcalde de Varsovia y el candidato más probable de su partido, está creciendo, aunque PiS aún no ha dado a conocer su candidato.
La postura de Tusk sobre la migración ha opacado a la oposición, sobre todo a PiS, cuyo líder, Jarosław Kaczyński, ha intentado revivir el tema con un emplazamiento a un referéndum para rechazar el Pacto de Migración de la UE. Según Kaczyński, este pacto endurece las reglas de asilo pero permite que Alemania devuelva migrantes a Polonia. Los comentarios del líder de PiS destacan una preocupación creciente en una Polonia que en las últimas décadas ha visto un incremento en su población inmigrante.
Sin embargo, el movimiento de Tusk conlleva riesgos políticos. A menudo acusado de lanzar iniciativas que no terminan por concretarse, Tusk podría ver cómo la postura sobre migración se convierte en un nuevo punto de conflicto. Algunos miembros de su partido critican las insuficientes medidas tomadas en otras áreas, como las leyes de aborto o los derechos LGBTQ+. No obstante, una encuesta temprana indica un sólido apoyo hacia la medida de Tusk, con un 49% de entrevistados a favor frente a un 24% en contra.
En última instancia, todo parece apuntar a que la jugada de Tusk es un esfuerzo por posicionar a la Plataforma Cívica como el partido de la seguridad nacional, un movimiento calculado con vistas a las elecciones presidenciales que podrían definir el futuro político de Polonia.