En un evento reciente en Berlín, se destacó la divergencia entre los dos mayores líderes económicos de Europa, Emmanuel Macron de Francia y Olaf Scholz de Alemania, frente a las amenazas globales. La brecha se amplía en un momento crucial para el comercio global, mientras Estados Unidos se prepara para elecciones que podrían reconfigurar su política comercial hacia Europa con Donald Trump, conocido por su política arancelaria agresiva, mostrando interés en retornar a la Casa Blanca. Al mismo tiempo, China fortifica su posición en el ámbito de la tecnología neutra en carbono, plantando un desafío significativo.
Durante el diálogo global celebrado el miércoles, Macron alertó sobre un posible “fin” de la Unión Europea si no se abrazaban políticas más proteccionistas y sugirió que la continuación de un libre comercio clásico podría dejar a Europa fuera del mercado en menos de tres años. Paralelamente, Scholz criticó la implementación de aranceles europeos que podrían perjudicar a Europa tanto como a los actores externos cuestionables. Alemania, por su parte, quiere votar en contra de un nuevo impuesto de la UE sobre vehículos eléctricos chinos, en desacuerdo con las medidas propuestas por la Comisión Europea tras investigación sobre subsidios injustos de China a estos vehículos.
Ambos líderes también discreparon respecto a propuestas de endeudamiento conjunto de la UE para competir con industrias estadounidenses y chinas. Francia ha defendido la emisión de deuda europea conjunta, replicando la estrategia de recuperación post-pandémica, mientras que Alemania rechaza rotundamente esta posibilidad.
Macron y Scholz, con estilos de liderazgo y prioridades nacionales contrapuestos, reflejan la dificultad de encontrar un consenso urgente dentro del bloque para sostener una competitividad de cara a los juggernauts estadounidenses y chinos. Francia, promoviendo las fusiones transfronterizas en la UE, ha criticado a Alemania por frustrar acuerdos significativos como la adquisición de Commerzbank por parte del italiano UniCredit, lo que se agrega a la lista de discordias sin resolución efectiva.
A pesar de los esfuerzos públicos para mostrar una agenda económica unificada, persisten desacuerdos sobre cómo tratar con grandes desafíos como el acuerdo comercial entre la UE y el bloque Mercosur. Todo esto en un clima de frustración creciente en ambas capitales por lo que se percibe como una incapacidad para avanzar en decisiones que puedan beneficiar a Europa en su totalidad. La tensión tiende a resolverse a través del compromiso, como indicó el Senador Ronan Le Gleut, citando diferencias pasadas que eventualmente llegaron a acuerdos.
Como conclusión, la relación franco-alemana parece fortalecida por compromisos necesarios más que por consensos genuinos, teniendo que enfrentar desafíos internos y externos que definen el futuro de la UE. La capacidad de estos líderes para superar sus discrepancias podría determinar si la Unión Europea logra permanecer competitiva y unida frente a las crecientes presiones globales.