NATO avanza hacia la redefinición de su estrategia con respecto a Rusia, en un intento por adaptarse a los cambios en la dinámica geopolítica. Los ministros de defensa de la alianza se reunirán la próxima semana para abordar la necesidad de replantear las políticas vigentes hacia Moscú. Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022, las relaciones con la alianza occidental se han tensado profundamente. Ante este clima de desconfianza, la OTAN decidió recalificar a Rusia como la “amenaza más significativa y directa” para la seguridad de sus aliados.
El Acta Fundacional del acuerdo de 1997 entre ambas partes permanece en vigor, aunque parece cada vez más desfasada en el contexto actual. Originalmente concebido para asegurar una “Europa estable, pacífica e indivisible,” el documento refleja un tiempo anterior que ya no se percibe como adecuado por parte de los aliados. No obstante, la reciente inactividad del Consejo OTAN-Rusia desde 2022 y la serie de conflictos anteriores han llevado a un consenso general sobre la urgencia de rediseñar este enfoque.
En medio de estas tensiones, las discusiones internas de la OTAN buscan mapear una estrategia renovada para ser presentada en la cumbre de junio de 2025 en La Haya. Sin un borrador concreto todavía, la alianza se centra en la recopilación de opiniones de sus 32 países miembros, aunque se espera que las implicaciones militares de este ejercicio político sean limitadas.
Cabe mencionar las preocupaciones de algunos miembros, como Hungría y Eslovaquia, que muestran reticencias a adoptar estrategias demasiado agresivas por temor a desestabilizar aún más la situación con Rusia. Estas naciones, en contraste abierto con otros aliados, continúan manteniendo conexiones con el Kremlin, viendo un valor estratégico en esa relación.
La próxima cumbre será la primera de varias rondas de reuniones a nivel de ministros, tras meses de discusiones a menor escala. Mientras tanto, el mundo político permanece atento a los resultados de estos ajustes, que podrían marcar un cambio significativo en la política de defensa europea e internacional. Con la estrategia revisada todavía en gestación, la OTAN intenta equilibrar su pasado histórico con las necesidades modernas de seguridad y diplomacia.