Durante su primera visita oficial a Australia desde que ascendió al trono, el Rey Carlos III enfrentó un conjunto de protestas de activistas indígenas, resaltando las tensiones en torno al pasado colonial y las demandas de soberanía. El lunes, un incidente inicial se desarrolló cuando la senadora independiente aborigen Lidia Thorpe afirmó que el monarca estaba vinculado a un pasado de “genocidio” hacia su pueblo. Sus palabras resonaron, subrayando una narrativa de resistencia que se ha mantenido vigente.
Al día siguiente, el monarca asistió a una ceremonia en el Centro Nacional de Excelencia Indígena de Sídney, donde un líder aborigen subrayó la importancia de su lucha por la soberanía. El jefe Alan Murray recordó a Carlos III sobre la imposición histórica de la bandera británica en tierras australianas sin el consentimiento de sus primeros habitantes, resaltando que su lucha “aún tiene un largo camino por recorrer”.
En el contexto de este debate histórico-político, la visita estuvo marcada por la detención de Wayne “Coco” Wharton, un manifestante aborigen, cerca de la icónica Ópera de Sídney. Wharton desafió abiertamente al rey y le dedicó duras palabras antes de ser arrestado por las autoridades locales cuando intentaba entregar un documento simbólico pidiendo su “arresto”.
Estos episodios se generan en un clima de creciente discusión sobre la relación de Australia con la monarquía británica. Aunque Australia se transformó en una nación independiente en 1901, sigue siendo una monarquía constitucional, con la figura del monarca como un símbolo, sin autoridad sobre el gobierno cotidiano del país.
Desde Buckingham, la posición oficial ha sido que el futuro status de Australia como república es una decisión que corresponde únicamente a la nación australiana. Las acciones de protesta reciente evidencian una división palpable y la búsqueda de una reconciliación verdadera con el pasado colonial.
La visita del rey ha servido, sin duda, para poner nuevamente sobre la mesa las diferencias y las luchas aún latentes en torno a las raíces coloniales de Australia. Aunque la visita haya terminado, el impacto de estos encuentros resuena como un recordatorio del camino aún por recorrer en la búsqueda de soberanía aborigen.