En la recta final de su presidencia, Joe Biden enfrenta desafíos monumentales en política exterior, necesarios para consolidar su legado y apuntalar la candidatura de Kamala Harris. Sin embargo, el escenario internacional es complejo y está en constante dinamismo; en el centro, una potencial guerra regional en el Medio Oriente y la guerra en Ucrania. La semana que experimenta Biden está marcada por el temor de un conflicto extendido entre Israel y sus vecinos, debido al intercambio de hostilidades con Hezbollah tras explosiones en Siria y el Líbano que mataron a más de 20 e hirieron a miles.
Biden busca desesperadamente negociar un alto al fuego en Gaza, considerado por múltiples fuentes como su máxima prioridad en sus meses restantes en el cargo. La visión del presidente es clara: un acuerdo no solo elevaría su estatura internacional, sino que facilitaría a Harris el camino hacia la victoria electoral. Sin embargo, tales aspiraciones chocan contra realidades políticas complicadas, como la insistencia de Israel en mantener tropas en la franja fronteriza y las quisquillosas negociaciones con Hamas sobre los intercambios de prisioneros.
En paralelo, las tensiones palestino-israelíes no son el único rompecabezas en política exterior que enfrenta la administración. El conflicto en Ucrania, liderado por una Rusia desafiante, sigue siendo un dominó crucial en la estabilidad mundial. Biden se enorgullece de haber creado una coalición internacional en apoyo a Kiev, resistiendo las embestidas del Kremlin. Con el fantasma de una posible victoria de Trump en el aire, quien promete finalizar el conflicto “en un día”, la incertidumbre impera.
El tiempo apremia y cada paso en la arena internacional podría definir el legado de Biden. Como dijo uno de sus asistentes de seguridad nacional, la insistencia gira en torno a “seguir intentando” encontrar soluciones pragmáticas y efectivas. Biden concentra esfuerzos como anfitrión de líderes del Quad en Delaware, resaltando la importancia de fortalecer la seguridad en el Indo-Pacífico ante una China impetuosa.
En resumen, las aspiraciones de Biden en política internacional enfrentan vientos en contra, fuertemente entrelazadas con la política interna y la carrera presidencial que se avecina. Con un panorama tan incierto, queda por verse cómo plasmarán sus intenciones en realidades diplomáticas, mientras mira hacia su discurso final ante las Naciones Unidas.