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jueves 3 de de 2024

Tensión Diplomática: Bélgica y el Aborto en el Punto de Mira del Papa

El Papa Francisco, durante su retorno a Roma tras una visita a Bélgica, expresó en un vuelo a los periodistas su bien conocida postura sobre el tema del aborto al afirmar que “un aborto es un asesinato” y llegó a comparar a los médicos que realizan esta práctica con “asesinos a sueldo”. Estas declaraciones han suscitado reacciones polarizadas en Bélgica, especialmente considerando el contexto delicado que enfrenta el país en este asunto.

La Universidad Libre de Bruselas (VUB) ha reaccionado enérgicamente ante los comentarios del pontífice. En un artículo de opinión publicado en el diario belga De Standaard, el rector de VUB, Jan Danckaert, ha condenado las palabras del Papa como un insulto tanto a los médicos belgas que practican abortos como a la población belga en su conjunto. Enfatizó que el Papa, como líder de un Estado extranjero, no debería atacar las leyes de un país democrático ni acusar de asesinato a los profesionales que actúan conforme a la ley belga.

La VUB y su hospital universitario han solicitado oficialmente al gobierno belga que convoque al embajador del Vaticano en Bélgica, Franco Coppola, para abordar este incidente diplomáticamente. Esta situación se desarrolla en un momento en el que el parlamento belga ha detenido un proyecto de ley que busca ampliar el acceso al aborto de 12 a 18 semanas de gestación, en un intento por no enturbiar las negociaciones para formar una nueva coalición de gobierno.

La crítica no proviene únicamente del ámbito académico. La ministra del Interior en funciones, Annelies Verlinden, también ha expresado su desaprobación, describiendo las declaraciones del Papa como innecesariamente dolorosas para las mujeres y los proveedores de atención médica en Bélgica.

Históricamente, Bélgica legalizó el aborto en 1990, después de que el profundamente católico rey Balduino, abdicara por un día para permitir la aprobación de la ley. Este controvertido pasado se tornó más relevante con la reciente visita del pontífice a la tumba del rey Balduino, donde elogió su decisión de no promulgar lo que llamó una “ley asesina”. Además, el Papa anunció el inicio del proceso de beatificación del difunto monarca en una coincidencia temporal que la opinión pública belga no ha pasado por alto.

Todo esto pone de manifiesto las tensiones persistentes entre visiones modernas y tradicionales en un país que sigue equilibrando su pasado católico con un presente más liberal. Mientras Bélgica navega por estas aguas políticas, es evidente que el discurso del Papa ha revivido un debate que parecía haber estado en segundo plano.

En conclusión, las declaraciones del Papa Francisco han encendido un debate que involucra tanto a la política como a la ética en Bélgica, y enfatizan la frontera borrosa entre la influencia religiosa y las políticas de estado.