En un cada vez más polarizado escenario político, el expresidente Donald Trump ha intensificado su retórica en torno a la inmigración, afirmando que las políticas del gobierno de Biden, junto con la postura de la vicepresidenta Kamala Harris, están transformando Estados Unidos en un país sumido en el caos y la criminalidad. Durante un mitin en Prairie du Chien, Wisconsin, Trump acusó a Harris de fomentar la entrada de criminales en el país, sugiriendo un oscuro futuro para las comunidades estadounidenses si continúa su gestión.
Con imágenes de migrantes condenados acompañándole en su discurso, Trump dibujó un panorama sombrío al referirse a ciudades como Whitewater, Wisconsin, y otras como Springfield, Ohio, y Aurora, Colorado, describiéndolas como víctimas de una “invasión de migrantes”. Según sus propias palabras, Harris convertiría cada ciudad en un “infierno del tercer mundo” si es reelegida.
Estas declaraciones llegan en respuesta a la visita de Kamala Harris a la frontera entre Estados Unidos y México en Arizona, donde reafirmó su compromiso de intensificar la seguridad fronteriza más allá de las acciones del presidente Biden. Sin embargo, los datos de inmigración y aduanas (ICE) desmienten algunas afirmaciones de Trump sobre el número de migrantes con antecedentes criminales en el país, señalando que la mayoría de los mencionados ya estaban presentes en tierras estadounidenses antes del inicio del actual mandato presidencial.
En particular, el comando central de Trump ha atacado los recientes datos de ICE sobre una cifra que ronda los 425,000 migrantes indocumentados, de los cuales se estima que aproximadamente 152,000 están vinculados a delitos violentos, un número que comprende también violaciones menores, como infracciones de tránsito.
Estos datos apuntan que desde que Biden asumió el cargo, la cifra de criminales convictos en el registro no detenido de ICE solo aumentó menos del 5%, contrastando con las cifras bajo la administración de Trump. Sin embargo, la narrativa sobre la supuesta “crisis migratoria” continúa siendo un punta de lanza en la campaña política de Trump, resonando especialmente entre sus seguidores.
El expresidente ha reiterado su promesa de instaurar una deportación masiva sin precedentes al asumir nuevamente el mando, acusaciones que, no obstante, no están libres de falsedades ni de su propia historia judicial, ya que Trump fue condenado a principios de este año por varios delitos financieros y enfrenta múltiples casos legales.
A medida que la campaña avanza, queda claro que la inmigración será un tema clave, influyendo en el panorama electoral y reflejando las divisiones actuales entre políticas de inclusión y medidas de contención estrictas. La pregunta sigue siendo: ¿responderá la estrategia electoral de Trump a este enfoque con resultados tangibles en las urnas?