El futuro del transporte escolar en Estados Unidos podría formar parte de un auténtico cambio generacional hacia el uso de vehículos eléctricos. La administración Biden-Harris ha sido un motor importante al asignar 5,00 € mil millones a través de la ley de infraestructura para que los distritos escolares adquieran autobuses eléctricos. A esto se sumaron decenas de miles de dólares en incentivos para fábricas de baterías y ensambles. Este impulso no empezó con Biden; el cambio hacia la electrificación de los autobuses escolares ya había empezado antes, con estrategias como la gran inversión estatal de California en busca de reducir la contaminación y mejorar la salud pública infantil.
Blue Bird Corp., una vieja conocida en la industria de autobuses escolares, es una de las compañías que ha acelerado su paso hacia este mercado en crecimiento. La empresa planea duplicar sus ventas de autobuses eléctricos para 2025 al ritmo de la creciente demanda. Cecil Burleigh, vicepresidente de combustibles alternativos en Blue Bird, asegura que la transición continúa, inyectada además por una reducción en el coste de mantenimiento y operación en comparación con los vehículos tradicionales diésel.
El interés no se limita a Blue Bird. Competidores como Thomas Built Buses, propiedad de Daimler, e IC Bus, parte del grupo Volkswagen, también están embarcando en este tren eléctrico. Thomas Built Buses vendió su autobús eléctrico número mil y ha estado ajustando su capacidad productiva para responder al interés. Por otro lado, IC Bus apuesta a que las rutas definidas y centros de carga de los autobuses escolares representan un match perfecto para la electrificación.
El impulso hacia autobuses escolares eléctricos parece estar respaldado por la legislación y por inversiones en reducir la contaminación por diésel, uno de los causantes principales de la mala calidad de aire ligada a problemas respiratorios en los menores. Los distritos escolares están facilitando esta transición con la ayuda de la EPA y la implementación de normativas gubernamentales que apuntan al futuro.
Sin embargo, no todo han sido logros. Lion Electric, otra firma involucrada, ha sentido el golpe financiero del cambio, despidiendo a centenares de trabajadores luego de perder millones en ingresos.
Con cerca de la mitad de la flota escolar estadounidense sumando más de 10 años, se espera que la ola de reemplazos de autobuses continúe, especialmente con el respaldo de regulaciones de gases de efecto invernadero que obligan a electrificar aproximadamente el 17% de los vehículos pesados para 2032. Mientras las inquietudes respecto al origen de baterías persisten, las ganancias en sostenibilidad y costo operativo respaldan un destino prometedor para esta industria. La dirección futura, independiente del entorno político, insinúa que los autobuses escolares eléctricos seguirán avanzando hacia adelante, incentivados tanto por esfuerzos federales como estatutarios.