El misterioso avión espacial X-37B, diseñado por Boeing y operado por la Fuerza Espacial de Estados Unidos, se prepara para realizar maniobras innovadoras en órbita terrestre baja, ubicada entre 240 y 800 kilómetros sobre la Tierra, como parte de su séptima misión, el OTV-7. Estas maniobras incluirán el uso de la técnica de aerofrenado, que consiste en que la nave roce con las capas superiores de la atmósfera para reducir su velocidad y bajar su órbita sin consumir mucho combustible. Este enfoque ha sido empleado anteriormente en misiones a Marte, como en el Mars Global Surveyor en 1997 y más recientemente en el Mars Odyssey, Mars Reconnaissance Orbiter y ExoMars Trace Gas Orbiter.
Con este esfuerzo, la Fuerza Espacial demuestra su empeño en lograr innovaciones rompedoras en el ámbito de la seguridad nacional en el espacio, según declaró el Secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall. Estas maniobras no solo permitirán a la X-37B eludir la detección por naciones hostiles, sino que también facilitará pases bajos indetectables durante futuras misiones, un objetivo estratégico en el campo de la defensa espacial.
Históricamente, el X-37B ha mantenido sus operaciones en secreto, pero el desempeño reciente revela su capacidad para realizar órbitas difíciles de prever, complicando los intentos de rastreo de adversarios potenciales. Los comentarios de Heather Wilson, ex Secreataria de la Fuerza Aérea, subrayan la habilidad del X-37B para maniobrar sin ser descubierto, un beneficio táctico que “vuelve locos” a los adversarios debido a la imprevisibilidad de sus movimientos.
Una vez que las maniobras de aerofrenado concluyan, el X-37B continuará realizando experimentos enfocados en la investigación del efecto de la radiación sobre semillas de plantas proporcionadas por la NASA —conocido como el experimento “Seeds-2”—, así como en el desarrollo de nuevas tecnologías de Conciencia del Dominio Espacial (SDA). Además, la nave está programada para desprender algunos de sus componentes siguiendo las normas establecidas para la mitigación de desechos espaciales, antes de finalmente desorbitar y regresar a la Tierra, como en sus seis misiones previas.
En resumen, el X-37B es un testamento de la tenacidad de la Fuerza Espacial para expandir sus capacidades en operaciones espaciales complejas, proporcionando valiosa información para futuras misiones. Este avance, aparte de su relevancia tecnológica, resalta la importancia de mantener un liderazgo estratégico en el ámbito de la seguridad espacial. Es evidente que estas maniobras no solo son un hito en la tecnología espacial sino que también refuerzan la importancia de innovar en defensa frente a potenciales amenazas en el espacio.