En Francia, la batalla legal contra la promoción de bebidas alcohólicas en redes sociales ha tomado protagonismo, con la influencer Océane Amsler en el centro del huracán judicial. Addictions France, una organización dedicada a la lucha contra el abuso del alcohol, ha decidido emprender acciones legales contra la influencer por violar la estricta ley Evin, que desde 1991 regula la publicidad del alcohol, limitándola a descripciones objetivas del producto. Pese a las advertencias del colectivo, Amsler había lanzado una marca de vino enlatado llamada “Maison bagarre” a través de sus plataformas sociales, incorporando una estética glamorosa que inquietaba a los expertos, quienes consideraban que ello glamurizaba el consumo entre los jóvenes.
Al mismo tiempo, el escenario político francés no cesa de vibrar con distintas propuestas legislativas. En el ámbito de la tecnología y el emprendimiento, los rumores sobre un ajuste fiscal han dejado huella, avivados por la reciente decisión de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional de extender el crédito de impuesto por innovación (CII) más allá del 2025, tras acalorados debates que vieron en frente a figuras como Paul Midy y Christine Pirès-Beaune. La nueva versión del CII implica que empresas con grandes volúmenes de negocio ahora enfrentarán restricciones adicionales, una medida que no ha sido del agrado de todo el sector de startups.
Simultáneamente, la cuestión medioambiental y el comercio electrónico encontraron su espacio en la agenda con la extensión de la Tascom, un impuesto sobre superficies comerciales, ahora aplicable a grandes almacenes. La Fevad, el sindicato del e-commerce en Francia, exhorta a repensar estas políticas que, según ellos, podrían incentivar un juego desigual entre competidores locales e internacionales.
El regreso de una propuesta de ley sobre el uso de dispositivos digitales entre los más pequeños también resurge. El diputado Antoine Vermorel-Marques ha marcado en rojo su calendario, decidido a ver aprobadas sus recomendaciones en protección infantil, que aspiran a regular el uso de pantallas para menores de tres años en ambientes educativos.
En el vórtice del mundo digital, Pavel Durov, cofundador de Telegram, hizo su aparición sorpresiva en un hackatón en Station F, París. Este hito se da en un contexto de interrogantes legales sobre su plataforma y el uso de TON, su blockchain - aspectos que busca potenciar en suelo francés tras complicaciones jurídicas recientes. Sus palabras evocan un posible incremento de su participación en el ecosistema tecnológico del país.
A nivel europeo, la vigilancia sobre los sitios web para adultos vuelve a figurar en la agenda, con iniciativas lideradas por la Comisión Europea que presionan por más transparencia en los reportes de moderación de contenido por parte de sitios como Pornhub.
Este cúmulo de iniciativas resalta una Francia dinámica y en transformación, donde redes sociales, tecnología y política se entrecruzan dentro de un marco regulatorio cada vez más estricto y vigilado.