Apple se encuentra nuevamente en el centro de una controversia laboral con la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo (NLRB) de EE.UU. Después de un conflicto inicial en 2022, la junta ha vuelto a acusar a la gigante tecnológica de prácticas antisindicales, específicamente por negar a los empleados el derecho de discutir salarios y por la imposición de acuerdos de confidencialidad ilegales. Estas medidas han sido percibidas como intentos de silenciar al personal, violando así sus derechos laborales.
Este último movimiento de la NLRB se basa en afirmaciones de ex empleadas de Apple, Cher Scarlett y Ashley Gjøvik. Scarlett denunció que la compañía les prohibió hablar sobre los salarios, mientras que Cook supuestamente pretendía castigar a cualquiera que filtrara información. Paralelamente, Gjøvik aseguró que a los empleados se les impidió dialogar con los medios de comunicación, alimentando aún más las sospechas de un ambiente de trabajo controlador.
La tensión no es nueva. En enero, Apple acordó revisar sus prácticas laborales tras las primeras acusaciones, pero las observaciones recientes del NLRB indican que poco ha cambiado desde entonces. En respuesta a las nuevas denuncias, Apple declaró a Reuters que siempre ha defendido el derecho de sus empleados a discutir sobre salarios, horas y condiciones laborales. La compañía también se defiende ante las críticas señalando que está comprometida con el respeto de los derechos laborales establecidos.
Mientras tanto, si Apple no llega a un acuerdo para cerrar este caso, una audiencia con un juez administrativo está programada para enero. La historia sigue desarrollándose, y el sector tecnológico observa de cerca el desenlace de este conflicto, que podría tener repercusiones significativas en las prácticas laborales dentro de la industria.
Frente a un panorama de tensiones laborales que se repite, es claro que la decisión final podría influir en cómo las grandes tecnológicas abordan los derechos de los trabajadores. Todo esto ocurre en un contexto donde la cultura corporativa demanda mayor transparencia y equidad, reflejando un cambio creciente en las expectativas de los empleados sobre el entorno laboral moderno.